San Bernardo de Claraval: Doctor devoto de la Virgen

Su fama de santidad le hace ser elegido abad del monasterio cisterciense de Citeaux

San Bernardo de Claraval: Doctor devoto de La Virgen

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el

1 min lectura

Es necesario muchas veces tener carácter y personalidad para coser los remiendos y unir las divisiones entre los hombres. Hoy celebramos a San Bernardo de Claraval que gracias a su temple, supo unificar lo que estaba dividido. Nacido en Dijón (Francia), el año 1091, de niño aprende a amar inmensamente a Jesús, al tiempo que profesa una tierna devoción a María, inspiradora en el futuro, de todos sus escritos.

Al poco de cumplir los veinte años, ingresa en el Cister, en el Monasterio de Citeaux, en cuya Fundación había tenido parte San Roberto de Molesmes. En su decisión de hacerse monje le acompañan otros treinta amigos que, en otro tiempo, se aficionaron al tema de la caballería, como él. Realmente la idea de conseguir honores humanos le termina encauzando a lograr otros logros que se atesoran en el Cielo donde no hay polilla ni carcoma que se los coman.

Su fama de santidad, le hace ser elegido Abad del propio Convento, pero el Plan de la Providencia va más allá, ya que las herejías azotan Europa. Es necesario poner orden y, tanto los Papas como los Emperadores ven en este hombre una autoridad indiscutible en el proceso de cristianización y consolidación del Viejo Continente. Tras sentar las bases de la Fe, su salud se va desgastando progresivamente, retirándose a Claraval, en sus últimos tiempos.

Así se va consolidando su personalidad manifestada en la dulzura que adquiere gracias a la penitencia y a la sobriedad, dejando atrás su carácter duro y tosco. Por eso se llamará “El Doctor Melifluo”. Entre sus obras destacan algunas que comentan libros de la Sagrada Escritura, así como algunas reflexiones sobre la Virgen. San Bernardo de Claraval muere en el año 1153. Es también Doctor de la Iglesia.