San Casimiro, rey de caridad
Madrid - Publicado el
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Como recuerda San Pablo “con mis si¡ufrimientos y contrariedades completo lo que falta en mi vida para completar los Méritos de Cristo Muerto y Resucitado”. Hoy es la memoria de San Casimiro, con una vida muy similar en espiritualidad a San Luis Gonzaga. Nace en Cracovia, zona sur de Polonia, el año 1458. Su procedencia de una familia de estirpe real, profundamente religiosa, hace que reciba una esmerada educación cristiana.
Además tuvo otras dos personas que le marcaron en su vida. El Padre Juan y el profesor Calímaco. Ambos coincidieron en destacar las virtudes que adornaron el alma santa de Casimiro. Con el deseo de agradar a Dios, el joven príncipe vivió con mucha sencillez en palacio, algo que admiraban los demás. Por la mañana solía despachar con su padre los asuntos del reino, para dedicarse por la noche a adorar al Santísimo Sacramento, al que tenía gran devoción.
Tampoco faltaban en los momentos de oración, una profunda reflexión en torno a la Pasión y Muerte de Cristo. Y gracias a ese trato sobrenatural, descubría a Dios en los pobres, con los que se gastaba en grandes obras de caridad. Hasta tal extremo llevaba el mandato evangélico de quien quiera ser el primero que se haga el servidor de todos, que no se mostró nunca orgulloso con nadie, sino todo lo contrario.
Así recordaba que los últimos serán los primeros en el Reino de los Cielos, desde su desprendimiento y humildad. Renunció al matrimonio para vivir en continua consagración a la Virgen, a Quien profesaba una singular y tierna devoción. En plena juventud, San Casimiro enfermó de tuberculosis, muriendo en el año 1484 y dejando en todos los que le rodearon un grato recuerdo de bondad y pureza de corazón.