SANTORAL 26 DIC

El primer hombre en acoger la Redención de Jesús Niño

Esteban aprendió con los apóstoles y dio testimonio como ellos. Eso le costó la vida. Los judíos lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon

San Esteban es protomártir, uno de los primeros en dar la vida por Jesús

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La importancia de la Navidad es que las heridas del Salvador nos han curado. Su compartir nuestra condición humana en todo excepto en el pecado nos da sentido a entender a todo un Dios llorar en el Pesebre, pasar por las mismas calamidades que cualquier otro ser humano para darnos ejemplo de humildad y comprender que, en verdad, es el Único que nos salva porque es el Mensajero que trae la paz sobre los montes.

Cualquier momento de tan Sagrado día nos ayuda a comprender que en todo tenía que parecerse a sus hermanos excepto en la culpa original y que el discípulo no puede ser menos que el Maestro. En este II Día de la Octava de Navidad, ese discípulo es San Esteban, diácono y protomártir.

De origen griego, conoce a los Apóstoles y entra en la escuela de los discípulos que el Señor iba agregando cada día al número de los que aceptaban la Fe. Cuando Pedro y los demás Apóstoles vieron que descuidaban el servicio de la Palabra y de la atención a viudas y necesitados, deciden elegir servidores que ejerzan la diaconía. Entre los nombres figura Esteban.

Hombre bueno como pocos tenía un “defecto”, más bien a los ojos de los judíos que no de Dios: defender con el látigo de su boca la Palabra Divina. Algunos de la Sinagoga le rebatieron y, como Esteban no se echaba atrás, decidieron llevarle a traición al Sanedrín con la excusa de que su boca no paraba de ofender a Dios proclamando a Cristo como Mesías.

Interrogado por los Sumos Sacerdotes, Esteban se reafirma en lo dicho y como un linchamiento es llevado brutalmente a las afueras donde es lapidado vilmente. Esteban aún tiene fuerzas para evocar a Cristo en la Cruz pidiéndole al propio Señor que no les tenga en cuenta su pecado y que reciba su espíritu. Al morir Esteban, el joven Saulo (tiempo después San Pablo) está obstinado y aprueba su muerte.

Pero esa sangre de Esteban es semilla de nuevos cristianos y, entre ellos, de Saulo que un día reconocerá también a Cristo como el Verbo encarnado. De esta forma Esteban entronca en el Misterio de la Navidad porque si Cristo Recién Nacido vino a traer la Redención, el primero que se acoge a Ella es San Esteban, diácono y Protomártir.

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