San Gregorio Magno
A los 50 años es elegido Papa, tras la muerte de Pelagio II, con un Pontificado de grandes frutos en la comunidad eclesial. Forma parte de los cuatro Padres de la Iglesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A lo largo de los tiempos, la Iglesia ha contado con multitud de Santos que han tenido que dar un pequeño empujón a la vida de los creyentes para impulsarla y revitalizarla. Iniciamos, precisamente, este nuevo día con el recuerdo al Santo de hoy: San Gregorio Magno. Su nacimiento se sitúa en Roma el año 540. Procede de una familia romana rica y de gran popularidad entre los altos estamentos.
Hombre, por todo esto, de gran prestigio desempeña cargos de importancia, como es por ejemplo el de Prefecto de la Urbe. Tocado por la Gracia Divina se convirtió a la Fe. También fue Legado Pontificio en Constantinopla. Su tío fue el Papa Félix III. Pronto la Providencia le llama a una vocación especial: servir a Dios desde el carisma monacal.
A los 50 años es elegido Papa, tras la muerte de Pelagio II, con un Pontificado de grandes frutos en la comunidad eclesial. Entre las iniciativas pastorales que pone en marcha, están la expansión y consolidación de la Fe, así como la reforma litúrgica para una mayor vivencia del Misterio Salvífico dentro del pueblo cristiano. Su espíritu, profundamente caritativo, se muestra en la ayuda a los más necesitados, siguiendo los consejos de Cristo en el Evangelio.
Su insistencia en la oración hace que consiga la conversión a la Fe de Inglaterra. Muere el año 640, cobrando especial relevancia los escritos morales y teológicos que dejó a la Iglesia Universal, verdaderos Tratados que llegaban al corazón de todos los creyentes. Todo ello le valió el sobrenombre de Magno. San Gregorio forma parte de los cuatro Padres de la Iglesia Occidentales, junto a San Jerónimo, San Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona.