San Nemesio: el obispo que no ocultó su Fe y murió en la hoguera.

El Señor ya desde la cuna es foco de atracción de cuantos le contemplan para seguirle. Como Él muchos buscan ese silencio del Mesías para plantar su tienda entre los hombres y darles poder para ser hijos de Dios si creen en su Nombre. Ese es el argumento del Adviento que prepara el Advenimiento del Salvador. Hoy nos encontramos en el Santoral con la memoria de San Nemesio. 

En el año 250, durante la persecución del emperador Decio, San Dionisio, Obispo de Alejandría, hace alusión a Nemesio. La presentación que hace de él, es la de un hombre originario de Egipto, con sus correspondientes costumbres y el idioma propiamente dicho. Si por algo se caracterizaba, es por permanecer casi en el más absoluto anonimato entre las gentes de su pueblo, con gran sentido de la madurez de vida que le presentaba como una persona totalmente hecha.

No quería ser tenido como alguien importante sino como el menor de todos.Hombre de buenos sentimientos, era precisamente apreciado por eso entre los que le rodeaban. Su conducta, éticamente intachable, le hacía ser un gran discípulo de Cristo. Pero para completar lo que dice el Señor de sus seguidores en el Evangelio, no faltan quienes se sienten molestos por su recto proceder, aflorando la envidia. 

Objeto de diversas acusaciones es absuelto, pero como la cizaña no termina, es llevado ante el Procurador Sabino. Este le hace un interrogatorio para descubrir el fondo del tema. Al comprobarse su identidad cristiana, Nemesio acaba quemado en la hoguera. Así muere mártir por Cristo.