San Pedro Poveda, mártir y educador

Una de las Obras de Misericordia es “enseñar al que no sabe”. Hoy celebramos a San Pedro Poveda, que vivió esta obra al sentir que Dios le pedía profundizar en un carisma relacionado con la consagración y la docencia. Nacido en Linares (Jaén) en 1874, fue ordenado sacerdote en Guadix a la edad de 23 años. Dentro de esta misma ciudad comenzará su apostolado, centrado en la tarea de difundir el Evangelio a través del ámbito educativo a las zonas marginales, situadas en las cuevas que bordean la ciudad.

Allí mostrará que no tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos, en palabras del Señor en el Evangelio. En plena juventud, marcha a Nuestra Señora de Covadonga, en Asturias, donde se ejercitará en la oración, algo que compaginará con el análisis de la realidad que afecta a su tiempo, desde lo que veía y observaba. Ante los retos y dificultades planteados a comienzos del nuevo siglo, su apuesta por aunar esfuerzos es una constante, mostrando caminos para lograrlo.

En 1911 fundará la Institución Teresiana, como fruto de su reflexión en bien de llevar el Evangelio de Cristo a todos los hombres, impulsando el díalogo entre la Fe y la cultura. Por este motivo, potencia y forma diversos grupos de educadores cristianos que sean fermento en la sociedad. Impactado por la vida de Santa Teresa de Jesús, él quiere dar la impronta de la Santa Abulense en su fundación.

Eso sí, viviendo como laicos entregados en una humanidad que necesita la Buena Semilla, en esos tiempos de modernidad. San Pedro Poveda muere mártir en el año 1936 durante la persecución religiosa, dando testimonio con su martirio al declarar “Soy sacerdote de Cristo”. Beatificado en 1993 por San Juan Pablo II, este mismo Papa le canonizó durante su última visita a España en el año 2004.