San Pío X, Vicario de paz
Madrid - Publicado el
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El Espíritu Santo otorga en cada momento los Pontífices que se necesitan para revitalizar la Nave de la iglesia. Hoy, XXI Domingo del Tiempo Ordinario, celebramos al Papa San Pío X, uno de los grandes Vicarios de Cristo y Sucesores de Pedro en el siglo XX. Nace en el año 1835 en Véneto (Italia). Después de los estudios eclesiásticos en el Seminario de Padua, se ordena sacerdote, llegando a ser con el tiempo canónigo de Treviso.
Un ministerio sacerdotal desempeñado con generosidad y entrega hace que la Providencia le prepare para ser Obispo de Mántua. León XIII le nombrará Patriarca de Venecia y, a su muerte, es elevado a la Silla de Pedro. Durante su Papado luchó para que, en lo sucesivo, el poder civil no interviniese nunca más en la elección de un Pontífice al tiempo que dio normas para reconciliar la Iglesia con el Estado Italiano.
De esta forma enseñó a “dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Tampoco faltaron problemas con Francia, que terminó por romper los Acuerdos Eclesiásticos. Por entonces también impactó el Modernismo, conjunto de herejías que condenó el Pontífice en la Bula “Pascendi Dominici Gregis”, refutando cada uno de los errores en dicha doctrina. Su amor a la Eucaristía le impulsó a fomentar el Culto a Jesús Sacramentado, recomendando la lectura diaria de la Sagrada Escritura, reformando también el Misal.
Todos estos remedios saludables espirituales le afianzaron en su Fe y en su Ministerio Petrino. Una contemplación angustiada de Europa le llevó a intuir que se avecinaba un grave conflicto que desembocaría en la Primera Guerra Mundial, donde la humanidad destrozó su convivencia y su unidad se fracturó. Sumido en la pena y enfermo por esta realidad, el Papa San Pío X muere en agosto del año 1914.