San Sebastián, militar defensor del Espíritu de Dios

San Sebastián, militar defensor del Espíritu de Dios

Jesús Luis Sacristán

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Nos adentramos en los Santos que dan renombre a este mes de enero y cuyas festividades forman parte de la flor y nata de invierno en el tiempo que transcurre entre la pasada Navidad y la adveniente Cuaresma. Hoy recordamos a San Sebastián, uno de los Santos de mayor popularidad en el calendario cristiano. Oriundo de Narbona, en Francia en el siglo III, pronto irá con su familia a Milán, en Italia. Alli se establecerá.

Su entrada en el ejército romano, no tenía otra finalidad que ayudar a los cristianos perseguidos. Precisamente cuando uno de aquellos seguidores de Jesucristo estaba a punto de ser sacrificado y padecer como el Maestro en la Cruz, el santo le anima ante los lamentos de su familia que le podían llevar a desistir de sus deseos iniciales de morir mártir. Su cargo de capitán imperial, le hará si cabe mayor defensor de la causa de Cristo.

Pero pronto será descubierto y denunciado ante el emperador Maximino quien, tras informarse de la condición cristiana de Sebastián le llama y le pone en una disyuntiva: Si acepta ofrecer un sacrificio a los ídolos será ascendido, mientras que si persiste en su creencia será condenado a muerte como prescribía la ley de Roma. Cuando él proclama su Fe con toda claridad, declarando que seguirá así hasta el final, es llevado y atado a un árbol.

Allí será asaeteado por las flechas de sus propios compañeros militares. Sin embargo no moriría. Por eso fue condenado a la flagelación hasta la muerte. Pronto levantarían en Roma una Basílica dedicada a él, invocándole como protector de los heridos, de las plagas y de las enfermedades. San Ambrosio pronunció grandes sermones, elogiando la personalidad testimonial del Santo. San Sebastián es Patrón de los soldados, de los atletas y los arqueros.

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