San Viator, discípulo aventajado de la Palabra de Dios

San Viator, discípulo aventajado de la Palabra de Dios

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el

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Uno de los principales mandatos del Señor es hacer las cosas desde el corazón para que lo noten no los hombres, sino el Padre del Cielo. Ese ve en lo escondido y lo recompensará. Pero lo importante es cumplir a conciencia lo que creemos. Hoy celebramos a San Viator. No hay muchos rasgos de su vida. No existen tampoco excesiva documentación de lo que dijo e hizo. Pero la suficiente para descubrir lo que hace un alma que experimenta a Dios en cada momento.

Su existencia se desarrolla en el siglo IV. Siempre estuvo alrededor de la Catedral como un verdadero discípulo del Obispo Justo. El ejemplo de este pastor caló en su conciencia y le hizo profundizar en la Palabra de Dios que proclamaba diariamente en todas las celebraciones litúrgicas. De esta forma le nombraron Lector oficial en ese Templo. Por entonces seguía haciendo daño en toda la Iglesia el arrianismo.

La Doctrina del Patriarca Arrio había difundido que Cristo no era Dios, sino un Hombre adoptado por el Padre Eterno de una manera especial. Todo esto se propagó hasta el punto de que hubo que convocar un nuevo Concilio, el de Aquilea. Allí también asistió Justo. Durante su desarrollo se puso de relieve el error arriano con diversos enfrentamientos entre los asistentes, unos defensores y otros detractores de tal pensamiento.

Al finalizar un hombre murió sin culpa alguna y esto le hizo recapacitar a Justo que no había obrado bien. Este detalle le llevó a retirarse a Egipto para hacer penitencia. Su discípulo va con él. Entre los monjes donde estuvieron no revelaron su identidad. Sin embargo un día llegó un emisario de la Sede en la que había estado Justo. Ellos se negaron a volver y allí terminaron sus días. En poco tiempo fallecieron los dos. Después las reliquias de Justo y San Viator se llevaron a Lyón para darles el culto debido.