Santa Cristina

Sus reliquias son llevadas hasta Palermo de Sicilia donde allí será venerada en toda la cristiandad

Santa Cristina, conversa y mártir

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Recuerda el Salmo que de la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza para reprimir al adversario y al rebelde. Hoy, XVII Domingo del Tiempo Ordinario, celebramos a Santa Cristina, una de esas Santas coetáneas en suerte de martirio a San Águeda o Santa Lucía. Por eso entra en eseos seres angelicales que alaban al Señor con su martirio. Nacida en Toscana, en el siglo III, en una zona donde se entremezclaron diversas culturas, su padre, de nombre Urbano, es un pagano enemigo y perseguidor de los cristianos.

Esto no repercute en su hija, porque la pequeña ha sentido curiosidad por los servidores del Evangelio, sintiendo horror ante las ejecuciones mandadas por su padre contra los creyentes en Cristo. Pronto esa inquietud se convierte en simpatía, hasta que toma contacto con un grupito de mujeres que le instruyen en la Fe, haciéndose bautizar. Así es como se pone de nombre Cristina, profundizando cada vez en los sufrimientos del Señor que ahora les toca a los discípulos.

Tras romper las estatuas de los dioses que guardaba su padre con esmero, recoge los restos que son piedras preciosas y las distribuye entre los necesitados. Esto exaspera a su padre que, encolerizado, manda torturar a su hija, pero ella sale milagrosamente ilesa de cada uno de los suplicios. Se nota la fuerza del Espiritu Santo que protege a todos los que se ponen en sus manos y no temen el peligro.

Una vez en la cárcel, siente el consuelo de Dios, hasta que por la muerte de su padre, dos nuevos gobernadores se hace cargo del asunto sucesivamente, para infringirle más sufrimientos. Otra vez surgen infinidad de suplicios hasta que es atada a un árbol donde sea asaeteada, entregándo su vida a Dios. Sus reliquias son llevadas hasta Palermo de Sicilia donde allí será venerada en toda la cristiandad.