Madrid - Publicado el
1 min lectura
“De la boca de los lactantes has sacado una alabanza para reprimir al adversario y al rebelde”. Así habla un Salmo en el Antiguo Testamento. Hoy celebramos a Santa Inés. Su nombre está asociado al sustantivo latino agnes, derivado de agnus-i (que significa cordero) y su infancia evoca las palabras del Salmo antes aludido ya que estando en la más tierna edad alaba a Dios.
Los datos sobre su vida la sitúan en el siglo IV morirá mártir, siendo muy joven, más bien adolecente. De origen noble, poseía muchas riquezas y bienes, por lo que tenía multitud de patricios romanos que buscaban pretenderla en matrimonio para heredar una gran fortuna. Sin embargo, ella desistió cualquier compromiso alegando su Fe en Cristo. Así empieza a tener dificultades, porque es acusada de cristiana, religión que no sólo prohibía, sino que también perseguía, el Imperio Romano.
Por este motivo, intentan desviarla de la senda recta, usando todo tipo de estratagemas, de las que Inés sale victoriosa porque ella sólo tiene ojos apra el Señor Jesús. Al ver que nada conseguían, la intentan quemar en una hoguera, pero ella sale ilesa de nuevo milagrosamente. Entonces, muere decapitada en el año 304.
Después del Edicto de Milán, por el que se deja de perseguir la religión cristiana, la hija de Constantino, levanta una Basílica en su honor en al Vía Nomentana, extendiéndose su culto rápidamente en todo el orbe cristiano.Tanto San Ambrosio de Milán como el Papa San Dámaso, dejan diversos escritos elogiando el testimonio de la Santa, que vivió las virtudes cristianas y humanas en grado heroico, en la flor de su vida. Santa Inés también se halla incluida en el Canon Romano de la Santa Misa.