Santa Rosa de Lima, fiel a Dios en el carisma dominico

Santa Rosa de Lima, fiel a Dios en el carisma dominico

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el

2 min lectura

La limpieza de corazón es la que salta a la vista en muchas almas de Dios. Hoy celebramos a Santa Rosa de Lima, una de esas personas con un corazón cristalino a semejanza de los Corazones de Jesús y de María. Nacida el 30 de abril del año 1586, sus padres le pusieron el nombre originario de Isabel. Estando en Quites, provincia de Canta, al Noroeste de la capital peruana, donde su padre gobernaba unas tierras, es confirmada por el Arzobispo español Santo Toribio de Mogrovejo.

Va a llamarse a partir de entonces Rosa, tal y como fue elevada después a los altares. En 1606, recibe el hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo, ingresando en el Convento donde hacía diariamente su oración. La vida de Rosa se desarrolló, desde entonces, en el ambiente religioso de Perú. Su tiempo en casa, siempre transcurría en medio de un clima espiritual y de ofrecimiento del trabajo cotidiano.

A pesar de no ser la mayor de los hermanos, siempre decidió ser ella la que sostuviese a los demás dentro del hogar. Dentro de sus grandes virtudes se señala la obediencia, algo que siempre trató de cumplir, pidiendo, incluso, perdón a sus padres y superiores por cuantas veces no lo había hecho. Tampoco faltó la humildad que siempre presidió todos sus gestos y acciones impregnados de caridad.

Y es que su corazón siempre centrado en la ayuda a las almas para alcanzar la salvación. También se ejercita en el socorro a los pobres desde las obras de misericordia que marca la Iglesia para alcanzar la Morada del Cielo. En todo esto siempre estuvo presente su espíritu de austeridad y de penitencia. Santa Rosa de Lima muere en 1617 cuando contaba con tan sólo 31 años de edad. Fue contemporánea de San Partín de Porres.

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