SANTORAL
Santa Teresa de Calcuta: la caricia de Jesús a los más pobres
Teresa recibió el Bautismo, la Penitencia y la Confirmación en su juventud. Sus pasos le llevaron a la India, donde Jesús se le mostró en los más pobres, a quienes Teresa entregó su vida.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Muchos son los santos que han tenido un carisma especial en el siglo XX porque su testimonio ha calado en el corazón de los hombres de este tiempo. Es el caso de Santa Teresa de Calcuta, que celebramos hoy. Su origen albanés se remonta a 1910 en Skopje, actual Macedonia. La que hoy conocemos también como Madre Teresa, se llamaba de nombre original Agnes Gonxha Bojaxhiu.
En un corto espacio de tiempo recibe el Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación. Los tres Sacramentos que se llaman de iniciación le dejan una gran impronta en su vida. Falta el padre porque muere, pero la madre tiene la fortaleza de una mujer que sabe educar en la Fe y la vida a sus hijos. Agnes sentirá esa formación. Prueba de ello es que vive el amor del Corazón de Cristo en su vida y la parroquia de jesuitas cercana a su casa y a la que pertenece, le termina de dar en su corazón ese deseo de unirse a Dios en todo lo que le pida.
La intuición se hace claridad y surge la vocación a la vida consagrada. A los dieciocho años de edad ingresa en las religiosas de Loreto y se pone el nombre de Hermana María Teresa. El nombre lo eligen en honor de Santa Teresita del Niño Jesús, a quien profesa una gran devoción. Su anhelo misionero le lleva con ellas hasta La India, en Calcuta.
La Hermana María Teresa encuentra allí lo que denomina "la llamada sobre la llamada" y añade que, en el tren de su viaje, Dios la esperaba. Es entonces cuando repara en la gente que vive marginada por los barrios de la ciudad. Su planteamiento le lleva a buscar la manera de trabajar con ellos. Reflexionando en su idea, forja un nuevo carisma con oración y sed de Cristo, con el deseo de servirle: las Misioneras de la Caridad. Ahí toma el nombre definitivo de Madre Teresa. El eje de su labor es vivir lo que recuerda el Señor en el Evangelio: “Cada vez que lo hicistéis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicistéis”. Su vida hasta el año 1997 en que muere, está llena del Amor de Cristo y un espíritu de cuidado por los necesitados que hizo que los atendiera siempre personalmente.
El mundo la reconoció con el Premio Nobel de la Paz en 1979 y el Papa Francisco la elevó a santa en 2016 ante 100.000 personas en la Plaza de San Pedro.