Madrid - Publicado el
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Cualquier momento de la Historia de la Salvación se encuentra preparado y profetizado en el Antiguo Testamento. Ayer lo veíamos con Malaquías y hoy, II Domingo del Tiempo Ordinario, lo comprobamos con los Santos Profetas Habacub y Miqueas. Habacub vive entre los siglos VII y VI a. C. No se sabe mucho sobre su vida, más allá de lo que cuenta. También forma parte del elenco de los Menores. Su trayectoria fue antes de que el pueblo caldeo invadiese Judá. De hecho, él profetiza esta calamidad que asolaría a los semitas.
Autor del Libro que lleva su propio nombre y que se incluye en la Sagrada Escritura, dentro de los Libros Proféticos, abarca tres capítulos. En ellos se puede ver algo más de su personalidad y sus rasgos. Por ejemplo, él es un hombre dubitativo y vacilante que tiene muchos temores, aunque termina por ponerse en las manos de Dios y confiar en Él. Por eso resalta su famosa frase que citará San Pablo también cuando dice: “El justo vivirá por su Fe”.
En el caso del otro Profeta Menor, Miqueas que también conmemoramos, su vida se desarrolla en torno al siglo VIII a. C. Nace en Moreset, cerca de Gaz, un pueblo no muy lejano de Jerusalén. Precisamente en la Ciudad Santa es donde se encuentra su linea de acción. Es contemporáneo del gran Profeta Isaías, y los también menores como él Amós y Oseas. Por entonces reinan sucesivamente Jotán de Judá, Acaz y Ezequías. Su predilección por los campesinos que eran humildes es patente.
De hecho, le hace clamar a favor de la justicia de Dios que no soporta a la clase rica israelita, aunque vayan de contínuo al Templo a orar porque no son coherentes con la Ley de Dios. Uno de los momentos más destacados es su Profecía sobre el Nacimiento del Mesías: “Y tú Belén de Efratá no eres la menos importante de las ciudades porque de tí saldrá el Gran Pastor de mi Pueblo Israel”. Esta Profecía es aseverada por San Mateo en la Llegada de los Magos a Jerusalén cuando van a adorar al Niño, y su entrevista con Herodes.