El Santo que hizo de su vida un campo de trabajo humilde

Echando la buena semilla de la Fe

Redacción Religión

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Uno de los grandes aprendizajes en el Misterio Salvador es que Cristo a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios, sino que se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos, hasta llegar a la muerte de Cruz. Por eso fue levantado y ensalzado como recordamos y festejamos en este Tiempo Pascual.

Esa humildad que tanto vivió el Santo de este día, porque hoy la Iglesia nos presenta a San Isidro Labrador. Nacido a finales del siglo XI. Hombre de gran sencillez y humildad, contrae matrimonio con Santa María de la Cabeza. Fruto de este matrimonio, nace un hijo llamado Illán, también Santo. Gran adorador de la Eucaristía, profesa, igualmente una tierna devoción a la Virgen María. Trabajador al servicio de Don Juan de Vargas, todos los días va a Misa para ofrecer las tareas y todos los beneficios recibidos de la Divina Providencia.

Entre los milagros que se le atribuyen está la resurrección de su hijo, cuando cae a un pozo. Las oraciones de los dos esposos, hacen que el Señor les devuelva a su hijo sano y salvo. Pero no será esta la única resurrección que haga, puesto que a la hija de su amo, ahijada suya, se la devuelve también con vida a sus padres. Después de una feliz ancianidad, colmado de años, muere en olor de santidad. Varias décadas después, fue descubierto su cuerpo, que se hallaba incorrupto, actualmente enterrado en la Colegiata, levantada en su honor. 

Beatificado por el Papa Pablo V en 1619, se fija el 15 de mayo como el día de su fiesta. Un retraso en la Bula de su canonización, debido a la muerte del Papa Gregorio XV, hace que sea finalmente Benedicto XIII el que le eleve a los altares. Juan XXIII le declara Patrón de los agricultores y las gentes del campo.

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