El Santo que se santificó pisiendo limosna de puerta en puerta

Limosnero

Redacción Religión

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Cada uno de los carismas fundados en la Iglesia son motivo de que Dios garantice a los fundadores el surgimiento de grandes figuras en su obra. Una de esas grandes personalidades es el capuchino y Beato español Fray Leopoldo de Alpandeire cuya memoria hacemos hoy. Su vida abarca algo del siglo XIX y una parte del XX.

Nace en Málaga durante el año 1864. Concretamente en la Solemnidad de San Juan Bautista Precursor del Señor, el 24 de junio. A los cinco día después, concretamente el 29 de junio, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, es bautizado con el nombre de Francisco Tomás.Su hogar no puede ser más trabajador ni humilde. Él ayudó siempre en esas tareas de casa. Quienes le conocían reparaban en su búsqueda de momentos de silencio y reflexión.

También era muy sobrio y mostraba gran cercanía por los pobres con los que compartía muchos momentos. Un día siente la llamada de Dios pero debe discernir. Las circunstancias se le ponen para que descubra a los capuchinos y se sienta atraído por ellos. Fiel al espíritu observante de San Francisco de Asís, ingresa en Sevilla. Desde ese momento se llama Leopoldo. Aquí tendrá pruebas con muchas incomprensiones.

Posteriormente pasa a Granada. En todo momento hace las funciones de lego asistiendo al servicio de la Iglesia, limpiando el Monasterio hasta que hay una tarea especialmente encomendada a él y por la que se caracterizará: Ser limosnero. Va de puerta en puerta y conoce la vida de las personas. Ante todo vé las divisiones entre hermanos durante la Guerra Civil, lo cual le hace orar más a Dios por la situación. Un día Fray Leopoldo tiene una caída y desde ese momento es cuando los años le pasan factura con una salud cada vfez más frágil y quebradiza, hasta su muerte el 9 de febrero de 1956.

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