Santos Joaquín y Ana, piezas claves de la Salvación
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En el Evangelio según San Mateo se presenta la Genealogía de Jesucristo, Verbo Encarnado, que procede de la dinastía del rey David. Así se muestra que el Señor se incrusta también en el linaje humano para salvar a los hombres. Hoy celebramos a los Santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen, y abuelos del Niño Jesús. En ellos se muestra el linaje del que desciende Cristo por parte de su Madre Santa María.
Es una antiquísima tradición que se remonta a los primitivos tiempos, la que da estos nombres a los padres de La Virgen María. De esta manera se da un reconocimiento especial a los que engendraron a la Madre de Dios. Ana, nace en Belén y su nombre, etimológicamente, significa “gracia, amor y plegaria”. Desposada muy joven con Joaquín, nacido en Nazaret, su nombre, según San Epifanio, significa “Dios levanta”.
Vivían de las tareas del campo. De los bienes obtenidos, una parte era para el sostenimiento familiar, otra la destinaban para ayuda del Templo, donde se alababa a Dios y se pedía insistentemente la Venida del Salvador, así como una tercera parte, destinada al auxilio de los pobres y necesitados. La prueba se presenta cuando pasan los años y no tiene hijos, porque los judíos consideraban una maldición divina a la familia estéril.
Sin embargo, la oración de los dos esposos, hace que el Cielo se fije en su sencillez y, a semejanza de la madre de Samuel en el Antiguo Testamento, Ana concibe y da a luz una Niña a la que llamará María. Concebida sin pecado, Ella será la que alumbre al Salvador. Según la tradición, el abrazo de ambos ante la Puerta Dorada, hace que Ana conciba. Venerados, primero en Oriente, su culto se extiende a toda la cristiandad. Coincidiendo con esta festividad de San Joaquín y Santa también hoy es el día de los abuelos.