La apuesta por la vida de Pablo, con una amputación: "Mi vida tiene un envoltorio feísimo, pero es una pasada"

Pablo explica en TRECE cómo es vivir con la enfermedad crónica que le ha llevado a someterse a 31 cirugías, 3 trasplantes de riñón, llevar 8 años en diálisis y estar amputado

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Este domingo se ha celebrado la última edición de la Marcha Sí a la Vida, en la que más de 500 asociaciones se han unido, junto a otras muchas familias, para defender el valor de la vida y dejar claro, ante tanta idiferencia, que nos importan todas y cada una de ellas, incluyendo a aquellos que están a punto de terminar su camino, y los que aún no lo han comenzado.

Aprender del dolor y decir 'Sí a la vida'

Pablo Delgado de la Serna, fisioterapeuta y profesor, tiene una enfermedad crónica que le provoca dolores con los que tiene que convivir. No sabe lo que es vivir sano, pero, a pesar de ello, defiende que “la vida no es como viene, sino como lo afronta uno” y que no tiene más opciones “que afrontarla con una sonrisa”.

“En el año 1977 no se hacían ecografías”, explica Pablo. Si hubiera nacido hoy, su vida hubiera sido completamente diferente, aunque le cuesta no mostrar una sonrisa mientras relata la parte más dura de su realidad: “Tengo una enfermedad crónica que, hoy en día, es una tontería que se detecta y se corrige en el embarazo. Es reflujo urovesical, que el pis va a la vejiga y sube al riñón y lo infecta. Llevo 31 operaciones, una amputación, la otra pierna no se sabe... Me han operado de un tumor, ahora me tienen que hacer la operación número 32... Tengo seis días de diálisis a la semana de dos horas y media. No me aburro”.

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Son muchos los que hubieran tirado la toalla si esto que relata Pablo fuera lo que les hubiera tocado vivir, pero no es su caso: “Cuando estás en estas situaciones te das cuenta de que necesitas muy poco para vivir y ser feliz. Mi cuerpo no es autónomo desde los 16 años y en 15 días cumplo 46. O estoy en diálisis o estoy trasplantado, si no me muero. Solo puedo dar gracias a Dios, soy un tipo con suerte”. Pablo asegura que, al igual que todos aquellos que gozan de buena salud, él no tiene derecho a quejarse, “no porque haya gente peor, sino porque si viviera en Estados Unidos no podría pagar la diálisis, y si hubiera nacido hace 70 años no habría salido vivo... ¿De qué me voy a quejar?”.

Pablo tiene una familia a la que ha apodado 'Equipo SAP' en referencia a su inicial, la de su mujer, Sara, y la su hija, Amelia: “Un equipo tiene que estar compenetrado obligatoriamente, mientras que una familia puede estar desunida”. Su testimonio tiene gran valor. Una apuesta por la vida en todos los sentidos: “Yo soy carne de cañón para que me hubieran abortado. A mí me han dado la vida con un envoltorio feísimo, pero es una pasada. El poder ver crecer a mi hija, el envejecer al lado de mi mujer, es una maravilla. El problema es que creo que la sociedad busca más el placer que la felicidad y esto no te acaba llenando. Cuando miramos por el espejo retrovisor de la vida, no queda el dinero, queda un abrazo, una mano en el hombro en el quirógrafo, el beso de mi hija... La imagen más cruel que he tenido en la vida es verme sin la pierna y acabé con una sonrisa porque mi hija me dijo que ya no tenía la pupa”.

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