La desesperación de diez vecinos de Mieres que conviven con un narcopiso: "Estamos desamparados"

Francisco Cienfuegos, portavoz de la Asociación Vecinal de Mieres, ha estado en 'El Cascabel' de TRECE para denunciar la situación y relatar algunos de los terribles episodios

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El problema comenzó hace tres años cuando una mujer y su hija se instalaron en un piso propiedad de una vecina con problemas de adicción, desde entonces los vecinos ven como, tanto de noche como de día, se acercan más de medio centenar de clientes a este punto de venta donde también consumen. Hay más de 50 actas policiales con incautación de sustancias estupefacientes y media docena de detenciones, pero las diez familias que viven este calvario piden una orden judicial que permita a la policía nacional registrar la vivienda, quieren librarse de las constantes peleas, gritos y agresiones, pero no pueden irse porque la presencia de este narcopiso en el bloque ha devaluado el precio de sus viviendas.

Francisco Cienfuegos, portavoz de la Asociación Vecinal de Mieres, ha estado en ‘El Cascabel’ de TRECE para explicar la situación: “No podemos hacer nada más. Lo que hacemos es tratar de que nos preste atención la autoridad judicial porque la colaboración de la Policía siempre la tuvimos. Estamos tan cansados que tenemos miedo de perder los papeles porque estamos desamparados. Los policías llegan hasta donde pueden y tratan de calmar la situación. Aquí somos diez vecinos de los cuales hay cuatro viudas, tenemos nietos y hay que acompañarlos para subir y bajar. Durante el día no hay tanto, pero por la noche no para de venir gente”.

“La Policía detiene cuando tiene orden de detención, pero no pueden entrar a la vivienda porque no tienen orden judicial. La propietaria les deja entrar en la vivienda, pero no en la habitación en la que está sucediendo todo”, relata Francisco mientras cuenta algunas de las terribles anécdotas: “A un vecino, durante el confinamiento, era obligatorio el uso de mascarilla, pero no se la quiso poner y acabó en un forcejeo y hubo una agresión que me tocó a mí. Hubo que poner una denunciar y lo único que sucedió es que se puso una multa de 80 euros y 250 metros de alejamiento de la vivienda, pero el individuo seguía viniendo por aquí con un pasamontañas, pero no hubo comunicación entre el juzgado y la Policía. Otro hombre estuvo robando en la urbanización, en los trasteros y sacó un cuchillo y ahora está privado de libertad”.

Debido a la situación se han planteado mudarse y vender sus viviendas, pero no lo tienen fácil: “No podemos. Quisiera marcharme de aquí y no puedo porque no me dan lo que vale y son muy buenos pisos. Si aquí viviera alguna persona influyente, seguramente esto estaba solucionado”.

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