El doloroso relato de Mariano, viendo cómo su familia se desmorona por culpa de su inquiokupa: "Escuchar eso de una hija es muy duro"
Obligado a vivir con su madre de 80 años y compartir habitación con su hija adolescente, mientras mantiene a una familia de inquiokupas que llevan dos años sin pagarle la renta del alquiler de su casa

Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Hoy, Pedro Sánchez entregaba 218 viviendas de alquiler asequible en Sevilla, mientras que 'El Cascabel' de TRECE conocía el caso de Mariano, un propietario que sufre las consecuencias del decreto antidesahucios del Gobierno. Mariano tenía una casa en propiedad, se casa, decide alquilarla y se va a vivir a otra vivienda con su mujer. Tiempo después se divorcia, su exmujer se queda en esa casa y él se va a vivir con su madre, mientras seguía con su otra vivienda alquilada. Ahora, Mariano quiere recuperar su inmueble para que su hija de 14 años no tenga que compartir habitación con él, pero la inquilina decide que no se va a marchar, deja de pagar y se declara vulnerable.
Mariano relata cómo comienza este calvario: “Los impagos empezaron en abril del 2023. En el 2022 les dije que yo necesitaba irme a la casa, ya que mi hija tenía una cierta edad y necesitaba ya una habitación para ella. Yo le cobraba un alquiler de 600 euros, pero dijeron que si le podía bajar y yo les bajé cuando los alquileres estaban subiendo, a 520 euros, que es lo que me estaban pagando hasta el día que dejaron de pagarme”. A partir de este momento, Mariano continúa haciéndose cargo de todos los gastos de la vivienda, sin recibir el ingreso de la renta: “Yo tengo una hipoteca, tengo que pagar la comunidad, el IBI, el seguro de la casa, y tengo que pagar la luz y el agua, porque estaban a mi nombre”, pero aquí no acaba su pesadilla: “Lo más sangrante de todo esto del agua y la luz es que a mí me viene una multa de 2.300 euros de la compañía eléctrica porque tenían un puente hecho, justo cuando dejan de pagarme. La compañía verificaría el contador y vio que había un puente. Y tuve que hacer medio cargo de la multa de la compañía eléctrica”.

Compartiendo habitación con su hija adolescente
Mientras, Mariano, tiene que vivir en casa de su madre porque no tiene otra alternativa, y compartir esa habitación con su hija de 14 años: “Yo tengo un sueldo de cerrador de 1.800 euros y pago 700 de hipoteca, más su luz y su agua, que todos los meses se van, unos 200 euros, pues ya son 900 euros. Me quedan 900. Si yo tengo que irme a darle una casa a mi hija, una habitación para ella, para que estudie, para que tenga su intimidad con 14 años, no tendría dinero para vivir. Entonces yo no puedo ser el escudo social del Gobierno. Y mi madre no puede ser mi escudo social, una jubilada de 80 años”.
“Cuando era pequeña, pues no había problema, porque era pequeña. Pero ya mi hija tiene unas necesidades, tiene unas necesidades de estudio, de una habitación para ella, para su intimidad, para sus cosas, para hablar por el teléfono con un amigo sin que nadie la escuche”, defiende. Además, Mariano tiene la complicación añadida de que posee la custodia compartida y, llegados a este extremo, su situación familiar se tambalea: “Vive una semana conmigo y una semana con la madre. Y es lo más duro para un padre, que tu hija te diga que, si esto no se soluciona, que se va a tener que ir a vivir a casa de su madre. Eso es muy duro, escucharlo de una hija. Muy duro, muy duro”.

Protección a inquiokupas y ayuda psicológica a Mariano
Mariano ha podido comprobar que los inquiokupas viven muy bien con móviles de última generación, viajando, y, mientras, él no puede pagar a su hija un viaje a Inglaterra con el instituto. “Es un matrimonio con dos hijos de nacionalidad marroquí. Y cuando yo empecé con el proceso, al poco tiempo, a mí me dijo la mujer que se iba a divorciar del marido para que los servicios sociales le ayudaran. Y cuál es mi sorpresa, que ahora todos los vecinos con los que yo hablo me dicen que él sigue viviendo ahí. De hecho, él tiene una empresa de reformas censada en el 2023, cuando ya había empezado este proceso, y tiene como domicilio social mi casa. Creo que las casualidades muchas veces existen, pero en este caso creo que no”.
Mariano acudió a los servicios sociales a pedir ayuda: “Me dijeron que, como yo tenía una casa en propiedad, que a mí no me podían ayudar en ese tema. No me podían ayudar, digo ya, pero es que la casa, precisamente, no la tengo. A mí la casa me la han quitado. Me la han quitado. No puedo hacer uso de ella. Y lo único que me dijeron es que me podían poner un psicólogo. Me vieron mal y bueno, la verdad es que eso sí, me han puesto un psicólogo, al cual estoy yendo y al cual le agradezco que me trate. Pero la verdad es que te viene bien, un psicólogo en estas cosas te viene bien”. Mientras que los inquiokupas encuentran amparo en unos servicios sociales que les declaran vulnerables para poder quedarse en la vivienda de Mariano, este encuentra ayuda psicológica: “Necesito ayuda, no, no puedo ser el escudo social de nadie cuando mi escudo social está siendo una jubilada. Una jubilada de 80 años, que es mi madre”.