Llevamos un año de pandemia. Restricciones, confinamientos más o menos amplios, pero sin disfrutar con absoluta libertad de nuestras vidas. Ahora viene la nevada, que también nos resta libertades, más que nada porque no podemos movernos con seguridad en las vías públicas y hay memes que bromean con "qué haremos si nos invaden los extraterrestres. Pues preguntaremos si tenemos que teletrabajar o no". Ese es nuestro grado de conformismo después de doce meses aplastantes, literalmente.
Eso no implica que haya cuestionamiento o que no haya cabreo, porque lo hay. Por eso, ponerse a discutir sobre si uno se hace una foto más o menos sobre si Madrid debe ser declarada o no zona catastrófica debe acabar saturando a más de uno y más de dos. ¿Tiene que haber discusiones políticas? El Gobierno y la oposición está para eso, para mirar el mundo de distintas maneras.
Eso sí, si la ley fija y lo fija de forma tasada y objetiva para declarar una zona catastrófica y otorgar ayudas, no a los políticos, sino a los ciudadanos, démosolo. Si no lo fijan quitémoslo. Pero no nos enredemos en eso que el grado de saturación llega a ser a estas alturas ya muy importante.