"Se les está complicando en la Moncloa seguir utilizando el argumento con el que tratan de desacreditar a Aldama"

Se les está complicando en la Moncloa seguir utilizando el argumento con el que tratan de desacreditar el testimonio completo, todo, con el que Víctor Aldama acusa de corrupción al medio Gobierno, como ha vuelto a hacer hoy en su entrevista con Carlos Herrera. Tanto hoy, en esa entrevista, como en su declaración ante el juez de la Audiencia Nacional, posiblemente Aldama habrá contado en las dos ocasiones verdades, habrá contado medias verdades, habrá exagerado en algunas de sus acusaciones y se habrá quedado corto en otras, porque tanto ante el juez como hoy con Herrera, esta mañana, las dos veces ha dejado claro que todavía se guarda alguna carta más.

Pero lo que empieza a ser difícil para el Gobierno, para el PSOE, más allá de lo extemporáneo, de lo fuera de lugar que estaba aquello, de hacer bromitas con lo de la tía, con lo de pequeño Nicolás, con Anacleto, agente secreto, cuando ya desde el Gobierno reconocen que Ábalos se lo pudo llevar crudo, no caben las bromitas. Pero digo que lo que empieza a ser complicado para el Gobierno es convencernos de que no hay que escuchar siquiera a Aldama, que no tiene ninguna credibilidad, porque o bien es un delincuente confeso o bien es un presunto delincuente. Es cierto, Aldama ha confesado algunos delitos, se ha dado un tiro en el pie, le decía él mismo a Herrera esta mañana. El que ha confesado es el delito de pagar, de sobornar, para que miembros del Gobierno de Sánchez le siguieran dando negocio o le hicieran favores para sus empresas. Ese es el único delito que ha reconocido, es confeso de eso. Y eso no deja en muy buen lugar al Ejecutivo de Sánchez.

Si la vara de medir es la otra, si la vara de medir, como nos piden en la Moncloa, es no dar credibilidad a quienes están imputados, porque eso ya les convierte en presuntos delincuentes, claro entonces ¿qué tenemos que decir del hermano del presidente, que ya tiene desde hoy fecha para declarar como imputado por un presunto delito de malversación? ¿O qué tenemos que decir de la esposa de Sánchez, imputada por la Justicia por los presuntos delitos de corrupción en los negocios, apropiación indebida y tráfico de influencias? Si aplicamos ese criterio, si la imputación fuera sinónimo de ser un delincuente, que no lo es, aunque sea el criterio selectivo que la Moncloa aplica para Aldama, y si a los imputados no hubiera que creerles en nada, es que entonces al presidente Sánchez se le complicaría mantener una conversación más allá del tiempo en su cena de Nochebuena.