“El presidente del Gobierno nunca ha dicho que ha visto un delito de rebelión en Cataluña”. La frase no es mía; es de su vicepresidenta del Gobierno. Hoy llama un poco mas la atención. Claro que Pedro Sánchez (“mi persona”, que diría él mismo) también ha dicho, y vuelvo a citar textualmente que “clarísimamente ha habido un delito de rebelión”.
La diferencia del Pedro Sánchez (mi persona) al Pedro Sánchez presidente del Gobierno (por seguir con la majadería aquella de Carmen Calvo), es exactamente la misma que va de la postura que ha defendido hoy la Fiscalía a la que ha sostenido la Abogacía del Estado en sus informes finales del juicio por el proceso de independencia en el Supremo.
La Fiscalía (a lo “Pedro-Sánchez-mi-persona”) ve rebelión; la Abogacía (coincidiendo con el “Pedro-Sánchez-presidente-del-Gobierno”) se queda un escalón por debajo, en la sedición. Una de las diferencias entre un delito y otro es el uso de la violencia.
El Pedro Sánchez mi persona lo tenia clarisimo; el Pedro Sánchez presidente del Gobierno en cambio matizaba que el “delito de rebelión se tiene que dar por militares o por civiles armados a la orden de militares”. y también en su informe final la Fiscalía se ha quedado con Sánchez mi persona (“No hace falta que la violencia sea grave ni armada”); mientras que la Abogacía del Estado se ha alineado con el Sánchez presidente: la violencia no estaba en los planes de los acusados.
¿Qué ha ocurrido entre medias? Pues entre medias ha habido una moción de censura exitosa; con el concurso imprescindible de los partidos a los que pertenecen los juzgados; un cambio de ministra de Justicia y un abogado del Estado destituido por perdida de confianza de esa ministra después de que el abogado del Estado cesado se mostrara partidario de mantener la misma posición que ha defendido hoy la Fiscalía: que el proceso de independencia fue “un golpe de estado que pretendía la sustitución de un orden jurídico por otro utilizando medios ilegales”. Juzguen ustedes mismos.