¿Quieren PSOE y Podemos eliminar el dinero en efectivo? El economista Rallo explica por qué es una mala idea
Estos serían los riesgos políticos y económicos de que el dinero electrónico fuese el único disponible para los ciudadanos
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Entre las propuestas realizadas en el marco de la pandemia del coronavirus, hay una relativa a la economía que ha llamado la atención en los últimos días: eliminar el pago con dinero en efectivo. Fue el PSOE quien realizó la proposición no de ley en el Congreso de los Diputados el pasado 24 de abril, “con el horizonte de su desaparición definitiva” presente.
Esta medida quedó enmarcada entre otras destinadas a que la elusión de impuestos no se lleve a cabo. Parece que tiene el objetivo, sobre todo, de promover el debate público sobre el futuro del dinero en efectivo. Y más debido al COVID-19, ya que se recomienda pagar con tarjeta por prevención ante el riesgo de contagio.
A pesar de que esa propuesta para eliminar de forma progresiva el efectivo está sobre la mesa, no parece que haya generado demasiado entusiasmo entre los expertos. Es el caso del economista Juan Ramón Rallo, que ha analizado la cuestión en el último vídeo de su canal de YouTube.
“El Ministerio de Hacienda pretende rebajar el límite máximo de pagos en efectivo desde 2.500 euros a 1.000 euros”, expone también Rallo. Al eliminar los euros en papel, todos los pagos pasarían a hacerse de forma electrónica, a través de nuestras cuentas corrientes.
Según cuenta el economista, muchos políticos tienen en mente la idea de acabar con el dinero en efectivo desde hace tiempo, pero la pandemia le ha dado mayor empaque. Eso sí, primar el distanciamiento social sería la excusa para tomar esta determinación, que “cumple con dos propósitos políticos bastante específicos que perjudican de manera muy notable a los ciudadanos” en lo que respecta a nuestras libertades civiles y económicas.
Los objetivos de la eliminación del dinero en efectivo
El primer objetivo, explica Rallo, sería “la desaparición de la privacidad en materia económica”. “Si todos los pagos se efectúan electrónicamente, todas nuestras transacciones quedan permanentemente registradas para aquellos que tengan acceso a ese historial: la clase política podría conocer totalmente qué estamos haciendo con nuestro dinero”, añade. Los políticos se escudarían en que se hace esto para “controlar el fraude fiscal”.
Pero habría más beneficios políticos referentes a este primer objetivo. “Imaginemos que un determinado gobernante quiere ridiculizar a algún rival político, algún periodista, algún ciudadano especialmente crítico con su gestión… Y tiene acceso a todo su historial de transacciones. Digamos que algunas podrían provocarle algún tipo de vergüenza entre los ciudadanos”, ejemplifica Rallo, con las tarjetas ‘black’ como caso práctico.
El segundo objetivo es “netamente económico” y “todavía más peligroso”: “Instaurar sobre los ciudadanos los llamados tipos de interés negativos”. Estos hacen que “el acreedor, por tener el privilegio de prestarle a determinados deudores, paga una comisión al deudor” y que “el deudor, por el hecho de concederle al acreedor el privilegio de endeudarse con su capital, cobra ese interés del acreedor”.
¿Cuál es la lógica de los tipos de interés negativo, según Rallo? “Cuando hay mucho ahorro y muy poca inversión, el precio de pedir prestado ese ahorro se desmorona y puede incluso caer en territorio negativo”. Lo cual puede llevar a preguntarse “por qué hay tan poca gente que quiere pedir prestado para invertir”. La respuesta es que “no hay oportunidades de inversión”, en muchos casos porque “la estructura productiva de una determinada economía estará plagada de malas inversiones”.
Como asevera Rallo, las malas inversiones se pueden liquidar “cerrando el grifo de la financiación”. ¿Qué pasa? Que en nuestras sociedades “el atesoramiento de dinero por parte de nuestros prestamistas se suele canalizar a través del dinero en efectivo y las cuentas corrientes”, sobre todo.
“En el efectivo, nosotros sí controlamos directamente si prestamos o no. Sin embargo, con los depósitos bancarios no controlamos directamente si el banco presta esa capacidad de financiación a otro agente económico”, asevera Rallo. Lo cual permite que los bancos “pueden estar financiando a determinadas empresas que son ruinosas”.
A día de hoy, los ciudadanos tenemos la opción de pedirle al banco que nos devuelva el dinero en efectivo que tenemos allí: se le puede retirar la financiación a la entidad. En el caso de que el efectivo desapareciera, “las familias únicamente tendrían como dinero básico las cuentas corrientes en los bancos”. Por lo tanto, no tendríamos defensa alguna ante las posibles inversiones ruinosas de los bancos: como mucho, se podría transferir el dinero a otro banco, pero no retirarlo de uno.
¿Y si todos los bancos realizasen inversiones ruinosas a la vez, coordinados por un Banco Central? “Las familias no podrían retirar la financiación del sistema bancario, porque la única fuente que tendrían para mantener su liquidez, su dinero base, serían los depósitos”. Al no haber dinero en efectivo, “los ciudadanos seríamos rehenes del sistema bancario”.
En el caso de que el sistema bancario decidiera ayudar a las empresas ineficientes con tipos de interés negativos, quedaría subsidiada “la pervivencia de empresas ruinosas”. Hoy en día no ocurre esto a gran escala, porque “si el banco le paga intereses negativos a una empresa, estos son pérdidas que experimenta el banco”.
Eso sí, si el banco pudiese traspasar los intereses negativos a sus clientes, pagaría intereses a las empresas deudoras y, a su vez, se los cobraría a los ciudadanos con cuenta en este. Algo totalmente opuesto a lo que ocurre en la actualidad: “Lo normal sería que las empresas deudoras le pagaran intereses al banco y que el banco pagara parte de esos intereses a los depositantes”.
"Un riesgo tanto político como económico"
Por tanto, con tipos de interés negativos “las empresas cobran intereses por estar endeudadas y quienes están financiando al banco pagan intereses al banco para que este no pierda dinero cuando les paga los intereses a las empresas deudoras”. Algo que no puede suceder ahora, cuando podemos sacar el dinero en efectivo del banco y guardarlo en casa.
Si no existe efectivo, “los ciudadanos no pueden sacar el dinero del banco” y se les podría trasladar cualquier tipo de interés sin que pudieran reaccionar a ello de ningún modo. “La eliminación del dinero en efectivo es una forma de habilitar al sistema financiero, cartelizado y coordinado por el Banco Central y los políticos, para expropiar la riqueza de los ahorradores en forma de depósitos bancarios. Para transferirle esa riqueza a las empresas ineficientes, zombieficadas, deudoras del sistema financiero”, resume Rallo.
Sin dinero en efectivo, habría “una transferencia vampirizadora en favor de los deudores y a costa de los acreedores, para evitar reestructurar la economía y perpetuar empresas ineficientes”. Esto llevaría a que “no surgieran, de manera generalizada, buenas inversiones que permitan generar riqueza y bienestar para el conjunto de la población”.
“Eliminar el dinero en efectivo es un riesgo tanto político como económico. Porque les otorga a los políticos mucha información, muy delicada, sobre nuestras vidas, y porque habilita al establishment político-bancario a expropiar la riqueza de los ahorradores que mantengan al menos su riqueza en los depósitos bancarios”, sentencia Rallo. Sin olvidar que los tipos de interés negativo podrían potenciar fórmulas como el pago con Bitcoin, “un activo monetario que no es el pasivo de ningún otro agente y que, por tanto, no es susceptible de confiscación”.