11-M: El juicio de la sala de cristal

La sociedad y los políticos estaban divididos, pero la polémica se quedó fuera de la Sala. El tribunal, con mucha experiencia, trabajó como una piña

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11-M: El juicio de la sala de cristal

Patricia Rosety, jefa de Tribunales de COPE

Publicado el - Actualizado

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Lo recuerda al detalle, como si se estuviese celebrando hoy mismo. Muchos detalles en la cabeza. Fueron casi cinco meses de reclusión en la Casa de Campo de Madrid. Diecisiete años después a Javier Gómez Bermúdez, presidente del tribunal del 11-M, le gusta hablar del juicio, sobre todo de la transparencia. Un juicio en directo, retransmitido minuto a minuto, sin retardo alguno. Una transparencia absoluta, dice a COPE.

Lo califica como “el juicio de la sala de cristal”. Era un momento muy doloroso, recuerda Gómez Bermúdez. El atentado nos marcó mucho, a todos. “La sociedad estaba dividida, los políticos estaban divididos, pero la polémica se quedó fuera de la Sala. Los españoles estaban pendientes del juicio".

El juicio no era fácil, no por las cuestiones jurídicas, porque no eran complicadas, sino por la gestión, la logística, había 52 partes más el fiscal, y había que mantener la neutralidad ante todos. Imparcialidad e independencia. Y muy importante era la emotividad. Había que dar voz a las víctimas, sufrieron las consecuencias de los atentados. Fueron muchas. 193 personas muertas, a día de hoy, y 1871 heridas.

Gómez Bermúdez recuerda con emoción el día que declararon las víctimas. Una tarde del mes de mayo en la que la tormenta se hizo dueña de la Casa de Campo. Se cerró el cielo y empezó a diluviar y a tronar. El ruido era ensordecedor. Recuerda, especialmente, el testimonio de Antonio Manuel, un chico que tenía entonces 21 años, con graves secuelas en la mitad de su cuerpo, y manifestó que el 11-M lo que él vio fue “un baile de sonámbulos”. Al finalizar la declaración el tribunal le preguntaba si reclamaba algo, si reclamaba cuestiones económicas, y Antonio Manuel reclamó responsabilidad política. “Se armó una buena, y ahí fue la única vez que la prensa se dividió”, señala Gómez Bermúdez.

A diecisiete años vista, el presidente del tribunal del 11-M considera que todo quedó claro. “Aquí sabemos prácticamente todo, y me refiero a un porcentaje elevado, del 95-98%, y lo que dejo de margen es por dejar un margen a la duda”, dice con rotundidad. Añade que nunca, ante un delito, se saben las cosas al cien por cien. Se refiere al autor intelectual y dice que siempre será la gran cuestión. “No era objeto del proceso y no lo resolvimos en sentencia”. Pero, tiene claro que está entre los que se suicidaron en Leganés. Allí había gente importante, dice, y se refiere a Allekema Lamari y al Tunecino.

Bermúdez, que ahora ejerce la abogacía, considera que hicieron un trabajo digno y hace hincapié en la profesionalidad del tribunal, “un tribunal con mucha experiencia. Eso ayudó a llevar un proceso tan complicado”. Le acompañaban los magistrados Fernando García Nicolás y Alfonso Guevara. Los tres eran conscientes de que el juicio tenía que ser modélico. Se blindaron y se abstrajeron de todas las cuestiones ajenas. No tuvieron ningún tipo de debilidad, dice Gómez Bermúdez. Fue una experiencia maravillosa. Todo se acordó por unanimidad, y recuerda que no hubo ninguna filtración. Trabajaron como “una piña, se entendían con la mirada”. Tanto para el tribunal como para todos los que estuvimos y vivimos el juicio del 11-M hubo un antes y un después, un juicio que marcó.

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