La dura carta de una enfermera a los políticos, en COPE: "Por primera vez odio mi profesión"

En una carta enviada a COPE.es, una enfermera de Barcelona nos ha hecho llegar el infierno que ha pasado durante los peores momentos de la crisis del coronavirus

El duro reproche de una enfermera a los políticos, en COPE: "Por primera vez odio mi profesión"

Jacobo Pérez Miró

Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Son los héroes de la pandemia y les hemos fallado. Hace no tanto éramos la mejor Sanidad del mundo, pero el coronavirus llegó y arrasó con todo. No pudimos cuidar de los que nos cuidan y España alcanzó el dudoso logro de ser uno de los países del mundo con más sanitarios contagiados. Ahora la situación ha mejorado. Las UCIs no están al borde del colapso y los pacientes que requieren de atenciones urgentes las reciben. El horizonte (nueva normalidad que dice Sánchez) invita al optimismo, pero la memoria es frágil y, desde COPE.es, ni queremos ni podemos olvidar aquellos días.

Este es el motivo que nos ha llevado a recopilar algunos de los testimonios de los que protagonizaron la crisis del COVID-19. En este caso tenemos la carta que nos hizo llegar una enfermera de Barcelona. Nos pidió que no publicásemos su nombre por tratar de preservar su identidad y el lugar donde trabaja. No importa cómo se llame, pues nuestra enfermera, la de todos, es un reflejo de lo que tantos y tantos sanitarios vivieron tan solo hace unos días.

Verán por algunos datos que se trata de una carta escrita en mitad de la pandemia. Fruto de la frustración, al principio no quería que la publicásemos. Hablando con ella, asegura que a día de hoy sigue teniendo pesadillas por lo que tuvieron que vivir tanto ella como sus compañeros. Lo dejamos a su decisión, y al final accede. Esta es su historia:

Carta de una enfermera a COPE

"Soy enfermera, de uno de los hospitales públicos más importantes de Barcelona. Esta carta va dirigida a todas y todos los ciudadanos y a todas y todos nuestros políticos, como diría nuestra ministra de Igualdad.

Esa ministra que fue una inconsciente al asistir a una manifestación multitudinaria días antes de iniciarse el confinamiento; esa ministra que lleva ya dos test de Covid-19, realizados, por supuesto, con celeridad. Mientras que a mí, que trabajo en una UCI-Covid, no me la han hecho porque “sólo” tengo tos y me encuentro bien.

Esa misma ministra que se llena la boca hablando de sanidad pública y de protección de los profesionales sanitarios los cuales después se encuentran desamparados sin equipos de protección individual (los famosos EPIs) para enfrentarse, diariamente, a pacientes infectados.

Sí, esta carta es en especial para los políticos.

Pero primero de todo me gustaría dar el pésame a todas esas familias que han perdido a un ser querido por este maldito virus que se ha llevado a esa generación a la que tanto debemos y que tanto nos ha enseñado. Descansen en paz.

Como digo ahora soy enfermera de una UCI de pacientes con Covid-19. Antes de que todo esto empezara, era enfermera en otra área del mismo hospital, donde igual que hoy me dejaba la piel. Pues me gustaría expresar que después de 16 años como enfermera, nunca había vivido nada comparado a lo que estoy viviendo. Es como una pesadilla.

Seguramente todo esto dejará secuelas importantes a todos aquellos sanitarios y no sanitarios que estamos, como dice el gobierno, “en primera línea”. En esta primera línea, pese al miedo y la incertidumbre (sí, también los sanitarios tenemos miedo) estamos cuidando a nuestros pacientes como nunca; mejor dicho, como siempre. Con toda nuestra profesionalidad pero sobre todo con todo nuestro cariño.

No olviden que tienen a los mejores profesionales, que pese a estar emocionalmente muy tocados ahí están, dándolo todo, aunque luego al llegar a casa tengamos pesadillas y no podamos dormir. Preocupados por esos pacientes que has dejado ahí, pensando si el próximo día de trabajo seguirán allí o habrán dejado de luchar. Pero eso a ustedes no les preocupa o les preocupa bien poco, sólo les preocupa la economía y si les hacen a ustedes o no las pruebas.

Quiero decir que no es un escrito sensacionalista, que es un escrito hecho por una persona que lo está viviendo en primera persona y no desde detrás de la barrera.

Decía antes pesadillas al volver a “casa”, casa por decirlo de alguna manera, ya que muchos de nosotros estamos viviendo lejos de nuestras familias, ya sea en un hotel o un piso cedido por personas solidarias. Aprovecho para daros las gracias de todo corazón. No sé cómo os agradeceré lo que habéis hecho por mí.

Así estamos, auto-aislados por miedo a contagiar a nuestros seres queridos. Y todo esto, señores y señoras, quiero que sepan que aumenta el nivel de estrés y de tristeza, sumado al que vivimos en nuestros puestos de trabajo. Pero solo les digo que somos muy fuertes y saldremos. No sé a qué precio, pero saldremos.

Yo, enfermera dedicada a mis labores habituales… y de repente en una UCI con pacientes muy críticos. ¿Pueden imaginarse lo que es eso? Algunos de ustedes pensarán: “Si eres enfermera... ¿sabes de todo no??”. Pues no, nada más lejos de la realidad. Y eso que, como he dicho yo trabajo en uno de los hospitales públicos más grande de Barcelona, donde tratamos patologías muy complejas y somos personal muy preparado.

¿Y saben qué es lo único que sé hacer por igual en los dos servicios? Cuidar y estar al lado de esas personas que están mal de salud. Pero el resto... todo es muy complejo. Respiradores, bombas que no paran de pitar, nombres de medicamentos que cuesta hasta pronunciar.

Una odisea en la que solo piensas si lo estarás haciendo bien o no (otra vez el estrés a tope); pero entonces te giras y tienes a tu compañera del alma, que te sonríe (aunque dentro de ese buzo casi ni se aprecia) o viene y te da un apretón y te dice que todo irá bien y que lo estás haciendo muy bien.

Vuelves a resurgir con toda tu fuerza, subes el volumen de la radio (sí, tenemos radio en la UCI. Es imprescindible para los pacientes y para nuestra salud mental) donde está sonando una bonita canción. Bailas, cantas y ves como un paciente, que se está despertando de ese mal sueño, te sigue el ritmo chocando su mano contra su pierna. Esos momentos son los que hacen que esta profesión siga valiendo la pena.

Siguiendo con el estrés. Estrés por aquí, estrés por allá. Además de todo eso, de que no duermes, además… por primera vez en tu vida odias tu profesión. Suena el despertador y solo tienes ganas de llorar. No quieres ir a trabajar. Pero vas, con una sonrisa muchas veces forzada, y te encuentras que no tienes un equipo de protección (EPI) que cumpla las normas marcadas por la OMS y ¡¡¡por tu propio hospital!!! y otra vez el estrés por las nubes.

¿¿¿Te dicen que han cambiado los protocolos y que ahora no hace falta una mascarilla de alta protección a no ser que vayas a hacer algún procedimiento de la vía aérea, perdón??? Suma y sigue. ¿Por qué no vienen esas personas a demostrarnos que realmente no es necesario?

Señor Simón o señor Illa, les invito a mi servicio. Una sala grande sin separaciones con 14 pacientes críticos Covid-19 positivos, donde TODO, TODO, TODO...es Covid. Me refiero que hasta las paredes son Covid. Les vuelvo a repetir que trabajo en un hospital grande, que pese a la lucha diaria por los EPI, finalmente los acabamos teniendo. Pero tengo amigos y familiares, enfermeros /enfermeras, que entran casi a pelo a cuidar a esos pacientes, y creo que no es justo.

Nos merecemos que nos cuiden y nos protejan. Tengan claro que cuando los sanitarios empecemos a caer (por desgracia ya han caído muchos), sobre todo los enfermeros, que somos los que estamos ahí todo el día cerquita del paciente, tendrán un verdadero problema. Bueno ustedes no, porque para ustedes siempre habrá una cama disponible. Los que lo tendrán un problema de verdad serán esos pacientes tan enfermos.

Dejando a un lado la sanidad, también me gustaría hacer hincapié a un tema que también me está tocando de cerca… Otra vez aumento del estrés. Los autónomos. ¿Qué pasa con ellos señores del Gobierno? Todo lo que están diciendo es mentira. Solo decirles que ahora mismo prima la vida y que no hay empresa que valga lo que vale una vida. Porque hay empresas que no son de primera necesidad pero que ustedes les obligan a seguir, porque ¿saben qué pasa si no siguen? Que se van a la quiebra. Así que ayúdenles a que se queden en casa y no pongan en peligro su vida. Faciliten esas ayudas que tanto se les llena la boca y que son falsas. BASTA YA.

En fin, poco más, me despido de ustedes, no sé si leerán esta carta, ojalá que sí, es mi humilde opinión.

Esta carta la dedico a mis pacientes. A los de antes, a los de ahora y a los que vendrán. Gracias por hacerme mejor persona y por haberos cruzado en mi camino. ¡Juntos podremos con esto! También se la dedico a mis compañeros que hacen que esta horrible experiencia tenga un poco de luz y, sobre todo, gracias a mi familia por estar ahí, por esas video-llamadas que me alegran el alma. Os quiero.

Y por último dar también las gracias a todos aquellos comercios que están ahí para cubrirnos las necesidades básicas, aun exponiendo su vida, sois también unos héroes. Gracias también a la sociedad por reconocer por fin la labor que hacemos las personas que trabajamos en un hospital (administrativos, personal de limpieza, celadores, auxiliares, enfermeras, médicos). Ten respeto por nosotros y que esta lucha no se quede aquí cuando logremos ganar al virus.

¡¡¡Pacientes con Covid no estáis solos, estamos aquí para cuidaros y ayudaros a salir de esta!!!

Darles todos mis ánimos y mi apoyo a esos nuevos enfermeros y médicos que por desgracia les ha tocado empezar su andadura en esta profesión de esta manera, no os rindáis, ¡habéis escogido bien! Un fuerte abrazo.

Ah, que se me olvidaba, aunque ahora el dinero no tiene valor alguno... Todo esto por 1600 € al mes... ¿Fuerte, no?".

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