La curva que no remite: los positivos entre los sanitarios siguen creciendo al mismo ritmo
Los profesionales médicos denuncian sentirse "desnudos" ante el virus a la hora de realizar su labor
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"Desde el 14 de abril, hoy es la tercera vez que retiran las mascarillas de protección porque son inútiles. Llevo dos meses curando a pacientes con traqueotomía 'protegido' con mascarillas-fake. Así me siento". Estas palabras corresponden a uno de los miles de sanitarios que en las últimas semanas se han enfrentado en primera línea a la pandemia del coronavirus, muchas veces equipados con materiales precarios.
En concreto, se trata de un mensaje del doctor Juan Bartual, otorrinolaringólogo en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora. Las últimas palabras de su texto, compartido en redes sociales y en numerosos grupos de WhatsApp, "así me siento", hacen referencia a la foto que acompaña al mensaje: en ella aparece el doctor sin ropa y tapado únicamente por una mascarilla y un letrero con las palabras 'Desnudos frente al Covid-19'".
Y es que casi desde el primer momento en el que la pandemia del coronavirus se manifestó en España, nuestro país ha ostentado el dudoso honor de liderar el ránking de mayor proporción de personal sanitario infectado en todo el mundo. En concreto, el número de profesionales de la salud que han contraído la enfermedad llega ya a 50.455, según ha informado este viernes el director del Centro de Emergencias y Alertas Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón.
Lo peor sin duda es que, aunque el ritmo de contagios entre los médicos, enfermeras y auxiliares, se apaciguó un poco en los últimos días del mes de marzo, desde entonces la curva de la infección se ha mantenido constante durante los últimos cuarenta días.
Falta de EPIs y mascarillas defectuosas
Tal y como apuntaba el doctor Bartual, la explicación de este ritmo de contagios se debe en buena parte a las condiciones en las que el personal sanitario se expone cada día a la hora de realizar su trabajo. En muchos hospitales, médicos y enfermeras han tenido que fabricarse sus propias EPIs y varios lotes de mascarillas (comprados por el Gobierno central y por algunos ejecutivos regionales) han tenido que ser retirados por no cumplir los estándares mínimos de seguridad.
Por ejemplo, el pasado 29 de abril, la Junta de Andalucía y la Comunidad de Madrid tuvieron que retirar de urgencia lotes de decenas de miles de mascarillas importadas desde China y que los profesionales sanitarios de estas autonomías habían estado utilizando durante días. Las mascarillas, de la marca china Purvigor, debían asegurar un nivel de filtrado máximo de un 6%, pero en realidad llegaban a superar el 30%.
Unos días antes ya había ocurrido algo similar con un lote comprado por el Gobierno central. Las mascarillas de la marca Garry Galaxy tuvieron que ser retiradas por el Ministerio de Sanidad.
El miedo a que se repita algo semejante ha llevado a algunas Comunidades Autónomas a extremar la precaución. De ahí que la semana pasada la consejera de Sanidad de Castilla y León, Verónica Casado, anunciara que se retendría un cargamento de más de un millón de mascarillas para comprobar su idoneidad antes de su distribución entre el personal sanitario.
Y mientras los dirigentes políticos surcan las agitadas aguas de los mercados internacionales, los sanitarios de toda España acuden cada día a su puesto de trabajo. Cincuenta mil de ellos ya han contraído el virus (y al menos 35 han perdido la vida), pero casi el triple de pacientes, más de 144.000, han sido dados de alta gracias a su entrega y a su atención médica.