Ferraz exhibe como un triunfo su sangría el 13-F

El PSOE explota un pacto PP-Vox en Castilla y León para vapulear a Casado

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Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Los eslóganes pasan, los relatos permanecen. Las altas expectativas venteadas desde Génova con las urnas en Castilla y León como una suerte de paseo triunfal han permitido al PSOE cimentar preventivamente una narrativa para estrechar el cerco sobre Pablo Casado. “Quedan destapadas con total crudeza las debilidades del proyecto nacional de Casado” o “el PP cambiará antes de líder que de sede”. Con cuñas de ese estilo ha buscado la cúpula socialista torpedear hábilmente la línea de flotación del jefe del principal partido de la Oposición.

Ferraz ha puesto todo su esmero en cincelar que quien ha sufrido más en esta carrera ha sido Pablo Casado, y no Pedro Sánchez. En términos globales, los socialistas se han dejado 125.000 papeletas y 7 escaños respecto a los 35 de 2019 hasta quedar en 28. Pero, más allá del retroceso de los números, y de perder la condición de primera fuerza política, han sido capaces de defender que los electores les han dejado en forma a nivel nacional para afrontar futuras contiendas. Así, subrayan la obtención del 30% de los votos en un feudo conservador como es Castilla y León. Traducción: Continúan fuertes. “Salimos enchufados”, pregonan sin rubor.

En la sala de máquinas de los socialistas eluden la autocrítica, “la atomización de partidos ha perjudicado al PSOE”. Pero si el 13 de febrero fue planteado en la acera de enfrente como un plebiscito de líderes nacionales, entre Pedro Sánchez y Pablo Casado, la foto finish arroja que “los populares buscaron un efecto Ayuso y se han encontrado con un efecto Vox” y sin una aspiración real - interpretan - de ganar unas elecciones generales. El Gobierno podrá estar achicharrado, pero en ningún caso ha sido enviado a la UCI. Los comicios han reafirmado la creencia de mantener en orden las constantes vitales. O, al menos, así lo consideran cercanos colaboradores del Presidente.

La concentración del voto útil ha permitido a Sánchez ver a sus siglas hablando casi de “tú a tú” a los populares. Apenas les separa 1,5 puntos. A tal fin, el Ejecutivo desplegó un desmedido arsenal público como catapulta de la contienda. Desde la obscena utilización del CIS pasando por el Boletín oficial del Estado con los fondos europeos. Hasta la subida del Salario Mínimo Interprofesional fue enarbolada como trofeo al servicio del interés electoral. En La Moncloa deslizaban la voluntad de “bajarle los humos” a Casado tras el afán de hacer del 13-F un trampolín. “En el pecado de la convocatoria – braman – lleva la penitencia” el líder del PP.

La campaña fue de menos a más para ellos y se permitieron incluso hacerse con su dominio, cuando por error el popular Alberto Casero salvó la reforma laboral. Las piezas del artefacto siguieron descolocándose en una desigual lucha. El PP se quedó enganchado en la defensa de la voluntad de su diputado y resultó el perjudicado ante la difusión en puertas de la jornada de reflexión de un tajante informe de los Letrados negando el fallo informático. En el núcleo duro socialista han reconocido con regocijo el rendimiento movilizador entre las azuzadas bases de una controversia que pareció diseñada por sus propios expertos en mercadotecnia política.

Medido el estado de salud de los socialistas, el círculo de Pedro Sánchez se dispone a exprimir que el PP quede en manos de Vox para mantener la Junta de Castilla y León. Jamás divisaron más allá de “una remota posibilidad entre diez” de alcanzar el poder autonómico. Tanto en La Moncloa como en Ferraz nunca estuvieron mirando tanto a este 13-F, sino a la siguiente estación electoral, Andalucía, dónde se la juegan. Esa suma de los populares, ya sea con los de Santiago Abascal dentro o fuera del gobierno, ofrece gasolina para activar a la izquierda - "a todo el mundo", según su particular análisis - al cruzar Despeñaperros. El PSOE sabe además que Juan Manuel Moreno Bonilla llevará las riendas de su personalista campaña, tal y como habría trasladado ya a Casado.

El contador se ha puesto rápidamente a cero en la sede de Ferraz. Lo han hecho a lomos de su particular alerta anti Vox.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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