JUICIO ALSASUA

Un guardia civil agredido en Alsasua: "Fue un calvario, temí por mi vida"

El teniente de la Guardia Civil agredido en octubre de 2016 en un bar de la localidad navarra de Alsasua ha declarado en el juicio en la Audiencia Nacional que recibió empujones, golpes y patadas por todos los lados, especialmente en la cabeza, piernas y espalda y que nadie intentó ayudarle

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Agencia EFE

Publicado el - Actualizado

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El teniente de la Guardia Civil víctima de la agresión de Alsasua (Navarra) ha descrito este martes  el "calvario terrible" que sufrió, con "golpes y patadas por todos los lados", especialmente en la cabeza, piernas y espalda, que le hicieron temer por su vida.

Nadie intentó ayudarle mientras era agredido en el bar Koxka ni persona alguna intentó calmar la situación, ha descrito en el juicio el teniente, quien se ha mostrado convencido de que todo el mundo en el establecimiento sabía que era guardia civil y que también conocían a su novia. "No había nadie que me echara un cable o que intentara calmar la situación", ha resumido.

Ambos y otra pareja -un sargento del instituto armado y su novia- fueron agredidos en ese bar por un grupo de personas, entre ellas presuntamente las ocho que se sientan en el banquillo en el juicio, en un suceso que ha relatado el teniente ante el tribunal, al que ha descrito la situación "indefensa" en la que se quedó tras recibir constantes golpes.

"Llegó un momento en que estaba tan aturdido que perdí la noción de estar ahí"

A preguntas del fiscal, el teniente ha relatado ante el tribunal de la Audiencia Nacional que temió por su vida: "Llegó un momento en que estaba tan aturdido que perdí la noción de estar ahí, me subía el dolor, no paraban, seguían yendo y viniendo y yo me estaba yendo".

"Para nosotros fue una eternidad sufrir aquello, pero duraría minutos. Fue un calvario terrible", ha explicado ante el tribunal este agente valenciano que tenía 25 años en el momento de los hechos y llevaba un año destinado en Alsasua.

El altercado tuvo lugar sobre las cinco de la mañana del 15 de octubre de 2016, cuando un grupo de unas 25 personas le agredió a él, al sargento y a las mujeres dentro del bar y otras 20 a la salida.

Nada más llegar al Koxka sintió que les miraban. "Notas que te mira la gente, grupos de gente que te mira constantemente, que te llega a señalar", ha explicado el agente, aunque "eso se nota siempre" porque "a cualquier bar que vayas estás constantemente vigilado".

Ha contado cómo, de camino al baño, uno de los acusados, Ohian Arnanz, le paró y le preguntó si era "madero", tras lo que otro, Jon Ander Cob, le cortó el paso.

Los agentes notaron entonces que les tiraban un vaso vacío y fue cuando entró en el bar un tercer acusado, Jokin Unamuno, que se encaró directamente con el sargento y luego con él "de una forma bastante agresiva", diciéndole cosas que el agente no recuerda.

"Desde ese momento empieza el jaleo" y el guardia civil nota que le golpean en la cabeza, la espalda y las piernas. Es cuando los guardias civiles y sus parejas deciden irse del bar por una especie de pasillo que forman los agresores en el que siguieron "recibiendo golpes".

Fuera les esperaba otro grupo de unas 20 personas, entre ellas el acusado Adur Ramírez, que siguieron golpeándole y es ahí cuando el agente temió por su vida. "Noto que me están golpeando constantemente, noto un momento en que ya no puedo estar de pie y caigo", ante lo que solo su pareja le intentó ayudar y se echó encima de él para protegerle.

"Nadie se acercó a mi, la única cerca mía fue Mari Jose, que en algún momento se puso encima mía, como abrazándome, cubriéndome, pidiendo que pararan", ha relatado el agente, para quien los agresores "eran plenamente conscientes de lo que estaban haciendo".

De hecho ha expresado sus dudas de que el incidente "fuera espontáneo", sino más bien "hubo una preparación previa, al menos para avisarse", cuando ellos no provocaron ni usaron "malas palabras en ningún momento".

A raíz de la agresión, ha relatado que tuvo que "romper abruptamente" con su destino, Alsasua, donde le quedaba "trabajo por hacer".

Según ha dicho, allí cumplía la ilusión de su vida, trabajar, pero tuvo que marcharse y estuvo ocho meses de baja después someterse a una operación de tobillo a raíz de la cual, ha dicho, tuvo que aprender a andar de nuevo

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