Jordi Sànchez, un activista símbolo del independentismo

El líder de la ANC estuvo en la órbita de ICV en el pasado y ahora representa el sector más afín a la antigua Convergència de la entidad

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El líder de Junts per Catalunya (JxCat), Carles Puigdemont, ha anunciado este viernes, en un vídeo difundido a través de las redes sociales, que renuncia "de manera provisional" a su investidura y, en su lugar, ha propuesto el nombre de Jordi Sànchez, número dos de su lista y ahora en prisión preventiva.

Puigdemont ha oficializado así lo que era un secreto a voces desde hace semanas: que estaba preparando desbloquear la legislatura dejando paso, en primera instancia, a Jordi Sànchez, a quien ha definido como "un hombre de paz, injustamente encerrado en una cárcel española".

Así, Puigdemont ha pedido desde Bélgica al presidente del Parlament, Roger Torrent, que inicie lo más pronto posible una ronda de contactos para proponer a Sànchez como "nuevo candidato como presidente del gobierno autonómico", lo que puede desencadenar más tensión ya que el propio ministro de Justicia, Rafael Catalá, dijo el martes que es "difícil" pensar en un presidente autonómico que esté "en prisión". 

Jordi Sánchez Picanyol (Barcelona, 1964) es, por así decirlo, un profesional de la agitación que acaba de ser señalado por Puigdemont como su sucesor al frente de la Generalitat. Aunque muchos le descubrieron cuando en mayo de 2015 sucedió a Carme Forcadell al frente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), su trayectoria como activista arranca como dirigente de la Crida a la Solidaritat, la entidad que durante una década, entre 1981 y 1993, fue válvula de escape del nacionalismo más hiperventilado –usando terminología actual– en los primeros años del 'pujolismo'.

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Bajo la bandera de la defensa de la lengua y la cutura catalanas, en la Crida formó tándem con Àngel Colom, y hasta que CDC dejó de tolerar el experimento –básicamente cortándoles el grifo de las subvenciones encubiertas–, la entidad se convirtió en algo así como una escuela de profesionales del independentismo y de la movilización callejera: se pintaban de negro las cabinas de Telefónica exigiendo rotulación en catalán, se lanzaba pintura rosa a los barcos de la NAVY en el Puerto de Barcelona, se descolgaban banderas españolas o se recogían víveres para Etiopía... una confusa mezcla de activismo social y nacionalismo en los años preolímpicos. Entre el vandalismo y la protesta con tirón, aquellas "acciones" atraparon a muchos "indepes" con ganas de acción, desencantados del pasteleo "pujolista".

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Sànchez se puso al frente de la ANC en mayo de 2015. Sus dos elecciones como presidente de la entidad han sido polémicas, ya que, gracias al sistema electoral de la ANC, Sànchez ganó a pesar de no ser el candidato a la presidencia más votado por los militantes de base.

Al frente de la ANC, Sànchez se ha ganado la imagen de independentista de 'seny', especialista en tranquilizar a los soberanistas conservadores y a los jubilados que han evolucionado hacia el independentismo en los últimos años, a quienes se explica la ruptura con el Estado como una revolución de las sonrisas.

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Al contrario que su homólogo de Òmnium, Jordi Cuixart, Sànchez no ha escondido sus preferencias políticas cuando ha tenido ocasión. Antes de las últimas elecciones catalanas de 2015, se decantó por Junts pel Sí frente a la CUP, la otra lista independentista que concurría a los comicios. Y en plena crisis por la negativa de los anticapitalistas a investir a Artur Mas, cargó duramente contra la CUP, un posicionamiento que no compartían todos los más de 40.000 socios de la entidad.

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