Abstención de Alianza Popular y voto a favor del PCE: así se aprobó la Ley de Amnistía de 1977

La enmienda presentada por PSOE y Podemos contradice a la izquierda "posfranquista" y pide que esta ley se acoja al derecho internacional

00:00

Abstención de Alianza Popular y voto a favor del PCE: así se aprobó la Ley de Amnistía de 1977

Alex García

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

"Derogación" parece haberse convertido en la palabra fetiche del Gobierno de coalición de izquierdas desde que llegaran al poder en el año 2018. Lo cierto es que la máquina del tiempo de Pedro Sánchez parece realizar, quizá con demasiada frecuencia, constantes viajes a una época pasada en la que las circunstancias de nuestro país eran radicalmente diferentes a las actuales. Tanto es así, que parece que a nuestro Ejecutivo le preocupa exclusivamente lo que ocurría en una actualidad tan triste y desgraciada como pasada; alejada de los problemas que realmente deberían preocuparnos a todos en el presente.

Cuando se cumplen dos años del día en el que el féretro de Francisco Franco fue exhumado del Valle de Los Caídos, los relojes de la izquierda del presente se han vuelto a detener en la década de los 70, y en concreto en el año 1977. En aquella época, el país entero estaba en plena transición, en un momento en el que el más mínimo gesto en cualquier dirección podía considerarse un gran avance o, por el contrario, una amenaza al porvenir de un España en reconstrucción.

El 14 de octubre de aquel año, el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de Amnistía, un documento que puedes consultar aquí, y que entre otras medidas, permitió la salida de prisión y vuelta del exilio a sindicalistas, comunistas y anarquistas que fueron encerrados por pensar diferente al régimen franquista. Esta legislación conllevó también el perdón y la eliminación de los delitos cometidos con intencionalidad política por parte de los funcionarios durante aquella época.

Este es el punto principal que en estos momentos levanta esperanzas al Gobierno de Pedro Sánchez y sus múltiples socios, y por lo que realizan una enmienda en la que reclaman que esos crímenes sean revisados mediante el derecho internacional. Esto en la actualidad simplemente tendría un "valor simbólico" para los solicitantes, ya que la mayoría de perpetradores de estos delitos ya han fallecido, y las consecuencias para los que quedan con vida serían mínimas.

Donde dije "digo", digo "Diego"

Carlos Herrera manifestaba en su monólogo de las 8 de la mañana de hoy, que en aquel momento la "reconciliación nacional" era algo necesario, y se reflexionó sobre eso, sobre unir a una población tocada y en proceso de regeneración. Por ese motivo no costó ponerse de acuerdo, remar en la misma dirección, llegar a acuerdos. Menuda utopía contemporánea.

De hecho este paso adelante se recibió con una gran acogida en la izquierda, principalmente porque, de alguna manera se hacía justicia con la ética. La salida de prisión de personas contrarias al régimen o el retorno del exilio de personas muy relevantes para nuestra política como Santiago Carrillo, líder histórico del Partido Comunista.

Ya en los años previos a que se hiciera oficial esta legislación de Amnistía, y desde el fallecimiento del caudillo, la salida de prisión y regreso a casa de opositores, estaba realizándose de manera paulatina. Así fue hasta llegar al día de la votación en el hemiciclo, cuando la democracia habló, esa democracia en la que creemos y que ahora Pedro Sánchez intenta enmendar.

Aquella Ley de Amnistía de 1977 se aprobó con 296 votos a favor, 2 en contra, 18 abstenciones y un voto nulo. Una de las abstenciones la protagonizó el partido antepasado al PP, Alianza Popular, quienes no tenían del todo claro la medida. Ironías del destino, los pareceres de derecha e izquierda se han intercambiado por completo.

Las cifras de la votación, invitan a pensar dos aspectos importantes: por un lado la firme voluntad del país de dejar atrás una época tan compleja como el franquismo. Por otro, la unidad que había en el Congreso de los Diputados que irónicamente, contrasta con una clase política actual alejada de diálogos y acuerdos, escondidos en trincheras ideológicas que solo dividen una realidad sencilla. Como antes, como siempre.