Llanes recuerda a Rubalcaba, el veraneante afable de gorra, bañador y chanclas

Durante las más de tres décadas que Alfedo Pérez Rubalcaba veraneó en un pueblecito de la costa oriental de Asturias forjó una estela de respeto y cariño 

Llanes recuerda a Rubalcaba, el veraneante afable de gorra, bañador y chanclas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Durante las más de tres décadas que Alfedo Pérez Rubalcaba veraneó en un pueblecito de la costa oriental de Asturias forjó una estela de respeto y cariño entre los vecinos que, apenados por su muerte, le recordaban hoy como un hombre afable que iba siempre en bañador, con gorra y chanclas.

Todos los años, durante más de 30, Rubalcaba alquilaba una casa de tres plantas en Bricia, un conglomerado de apenas 20 casas cerca de Posada de Llanes, con otros dos matrimonios y un amigo.

En ese grupo estaba Jaime Lissavetzky, su inseparable compañero de mus, con quien disputó memorables partidas en el Bar Tlaxcala, de Niembro, teniendo casi siempre como contrincante al que fuera alcalde de Llanes, presidente del Principado y delegado del Gobierno, Antonio Trevín.

Casi todas las tardes, a eso de las cinco y media, Rubalcaba y su amigo Lissavetzky, ex secretario de Estado para el Deporte, caminaban desde la playa de Toranda hasta el bar para disputar la partida de mus y discutir de fútbol.

Raquel Corral, la dueña del establecimiento, le ha recordado como "un hombre cariñoso y simpático" que "era tremendo" por sus bromas y su sentido del humor muchas veces crítico.

Llegaba, encendía un puro, aunque desde hace como quince años había dejado de fumar por prescripción médica, y pedía que le pusieran algo de deportes en la televisión, como buen apasionado que era del alteltismo y del Real Madrid.

Hacia 1986, el exvicepresidente "llegó a este pueblo cuando no era nadie y siguió viniendo, con su esposa Pilar Goya y un grupo de amigos", ha relatado la dueña del bar. Durante sus vacaciones, pocas veces se le vio al político vestido con chaqueta y corbata, sólo en algún acto oficial o en algún funeral, porque su "uniforme" desde que llegaba hasta que se iba era el bañador, la gorra y las chanclas.

De esa guisa iba todos los días a comprar periódicos a Posada de Llanes, siempre a pié y seguido a una discreta distancia prudencial por sus escoltas. Mónica Salas Pascual regenta el kiosco donde el político compraba todos los días los periódicos, especialmente el diario deportivo AS, y le recuerda como "una persona muy cercana, que se paraba a hablar con todo el mundo, como un vecino más".

"Muchas horas pasamos sentados en el dintel del escaparate hablando de todo, del tiempo, de política, de fútbol, y aceptaba todas las críticas que se le podían hacer, menos las del Real Madrid", ha explicado.

"Venía todos los días caminando desde Bricia hasta Posada y era tan cuidadoso en los detalles, que compraba periódicos en los dos kioscos del pueblo", ha indicado.

Los días que había mercado se pasaba toda la mañana visitando los puestos y hablando con todos los vecinos, y si no le conocías no te dabas cuenta de que era ministro, ha narrado la quiosquera.

"No creo que haya un sólo negocio de Posada de Llanes en el que no haya entrado alguna vez", ha añadido. Desde hace 40 años, Jorge Chao Chao, vive en Bricia, junto a la casona en el que el exvicepresidente pasaba los veranos y que hoy todo el mundo conoce como la "casa de Rubalcaba", aunque siempre fue de alquiler.

Chao Chao le recuerda "dando paseos" por las estrechas callejuelas del pueblo "siempre hablando por el teléfono móvil". Hablaba mucho conmigo, era muy bromista, y yo tenía mucha confianza con sus guardaespaldas, ha recordado el vecino.

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