La alerta de Pedro Sánchez en Madrid siembra de dudas el Consejo de Ministros

El presidente forzó la maquina ante el espejismo de tener a Isabel Díaz Ayuso a su merced y ahora debe negociar con la comunidad una salida a su golpe de mano

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Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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La ley de Murphy se ha apoderado de La Moncloa: “Si algo puede ir mal, saldrá mal”. El golpe de mano de un soliviantado Pedro Sánchez con la declaración del estado de alarma en la Comunidad de Madrid solo ha servido para dejar al PSOE con la sensación de una cierta frustración porque el Gobierno no ha logrado arrastrar a Isabel Díaz Ayuso a sus criterios dentro de la pretensión de estigmatizar al PP como un pésimo gestor frente a la pandemia. Al contrario. La presidenta de la Comunidad de Madrid ve reforzada su figura, según los sondeos.

La estrategia ideada inicialmente por Sánchez pasaba por hacerse con el “control” de Madrid teledirigiendo a la misma Díaz Ayuso a través de un equipo de trabajo conjunto, el denominado Grupo Covid-19, pero los tira y afloja entre ambas administraciones han acabado provocando las dudas en sus filas. Ante la necesidad de ayuda, de más efectivos de rastreo, de un refuerzo de la atención primaria o más medios de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, quiso convencerse el entorno presidencial, a la mandataria regional no le quedaría más remedio que hincar la rodilla.

Con esa idea preconcebida La Moncloa ha dado pasos que al final terminaron con Pedro Sánchez imponiendo a Isabel Díaz Ayuso el estado de alarma para Madrid capital y otras 8 localidades de la región - Alcobendas, Alcorcón, Fuenlabrada, Getafe, Leganés, Parla, Móstoles y Torrejón de Ardoz – durante 15 días. Hasta el 24 de octubre. El camino quedó trazado ante el varapalo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid a la orden ministerial de Salvador Illa. El revés derivó en ira en el entorno presidencial ante la premura por dar un golpe sobre la mesa.

Y, de ahí, la convocatoria del Consejo de Ministros extraordinario convocado inicialmente a las 8:30 horas del pasado viernes 9 de octubre y luego retrasado hasta las 12:00 horas para, siempre según la versión oficial, otorgar unas horas a la presidenta madrileña en el intento de empujarla a un acuerdo sobre iniciativas a adoptar para evitarse la herramienta constitucional que Sánchez siempre quiso que fuese solicitada por Díaz Ayuso. En realidad, esa concesión de más tiempo fue aconsejado al Presidente para evitarse la imagen de decretar la restricción de la movilidad y, a renglón seguido, volar a Barcelona en una visita conjunta con el Rey.

Con la celebración de la cita del Gabinete encabezado por Carmen Calvo al mediodía, para cuando el BOE publicó el “decretazo”, Pedro Sánchez había cumplido con Felipe VI y regresado a La Moncloa. Tras el fin de semana, jefe del Ejecutivo y mandataria autonómica se vieron este 12-O en el Palacio Real y la frialdad y la tensión entre ambos resultó evidente. Y eso que Sánchez necesita pactar con Díaz Ayuso el paraguas legal de verse obligado a ampliar las restricciones en Madrid. En el fondo, todo ha estado cogido con alfileres. La Moncloa quiere evitarse solicitar la prórroga de la alarma que requeriría la ratificación de las Cortes. Con apoyos de los que Sánchez carece. Implantable ahora mismo una negociación parlamentaria. El mal cálculo en la operación es motivo de prevención interna.

Y, en medio del desconcierto ciudadano, la guerra de cifras. Con la Comunidad de Madrid arrojando una Incidencia Acumulada por debajo de 500 casos por cada 100.000 habitantes, uno de los indicadores esgrimidos por el Gobierno, La Moncloa remite a los recados lanzados por Salvador Illa en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros extraordinario contra Isabel Díaz Ayuso y, en particular, a la necesidad de “bajar la curva contundentemente, no basta por debajo de 500, idealmente entorno a 100 o 150 casos. Queda un recorrido”.

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