División en el PP: ¿Generosidad o castigo al 'casadismo'?
Los populares aguardan impacientes el paso al frente de Feijóo
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Miércoles 2 de marzo. Es este el día en que Alberto Núñez Feijóo ha señalado en rojo para poner rumbo al liderazgo del Partido Popular. “La forma es la garantía de las cosas”, según ha repetido el presidente de Galicia que, arropado por la Junta Directiva del PPdeG, da el paso al frente y lo hace justo con la apertura del plazo para presentar candidaturas al congreso extraordinario de Sevilla de los próximos días 1 y 2 de abril.
A Núñez Feijóo le salen al paso discrepancias internas imposibles de disimular ante la caída de Pablo Casado. La nueva etapa por inaugurar genera dos puntos de vista internos que ahora mismo chocan entre sí. Existen partidarios de hacer suya la exigencia de Isabel Díaz Ayuso de expulsar del partido a quienes armaron la campaña de descrédito contra ella y su familia. Enfrente, mayoritariamente a priori, hay inclinados en enterrar el hacha de guerra y mirar hacia adelante en pos de la anhelada unidad. Ese es el cuadro grosso modo en el PP.
Ambas corrientes libran su pulso a la espera de Núñez Feijóo, totalmente comprensivo con la intervención de la presidenta de la Comunidad de Madrid ante la Junta Directiva Nacional. Y ello, a pesar del malestar entre asistentes por la dureza de Díaz Ayuso que, sin miramientos, se ha dirigido a Pablo Casado para espetarle: “Jamás haría nada contra un compañero y menos contra ti”. La baronesa madrileña ha defendido con ahínco su honradez y la de los suyos hasta llegar a preguntarse: “¿Cuántas “Ritas Barberá” va a dejar este partido en la cuneta?”
Por eso, ha pedido echar de inmediato del PP a todo el que haya formado parte de la “trama”. Como mínimo, Isabel Díaz Ayuso tenía en mente al otrora secretario general, Teodoro García Egea, gran ausente de la cita del máximo órgano entre congresos. El ambiente ha sido tenso y cortante. Nadie lo ha negado. La misma despedida con aplausos en pie a Casado, al ser emitida en abierto, era obligada para los casi 400 dirigentes presentes. Sin embargo, a la llegada del todavía líder a la sala del hotel Eurostars Madrid Tower, sin cámaras delante, eludieron, en contra de los usos y costumbres del partido, cualquier gesto de aclamación.
El discurso de Pablo Casado ha sido para sus cercanos “sereno”, incluso “elegante”. A ojos de sus detractores, en cambio, “se ha hecho la víctima”. El todavía presidente de la formación ha querido despedirse de la Junta Directiva Nacional con una defensa del trabajo desarrollado al frente del PP, insistiendo en que su guía han sido siempre los principios del partido y en ningún caso sus intereses. Casado ha asegurado irse con la conciencia tranquila, pero ha dejado caer su reproche: “Tengo que decirlo, la reacción que he tenido que sufrir, que es inédita en nuestra historia democrática, y creo sinceramente que no merezco ni merecería ninguno de vosotros”.
Sea como fuere, la pregunta ha quedado en el aire: ¿Generosidad o castigo al 'casadismo'?