La gestión de La Moncloa del espionaje extiende las críticas internas
Sánchez gana tiempo hasta ver cómo respira cara a cara Aragonés, con la confianza en zanjar la crisis.
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El PSOE vive en un estado de tensión permanente. “A la espera del próximo sobresalto”, admiten a COPE cuadros del partido ante la ineficacia del Gobierno para resolver el escándalo de Pegasus. Y con algunos de ellos pendientes siempre del posible “fuego amigo”. En alerta. “No hay día tranquilo”, subrayan altos cargos. “La cuestión es cómo salir de esta ratonera”.
En el partido se ha instalado el temor de que “esta crisis no vaya a acabar nunca”. Desde Ferraz reconocen que las ruedas de prensa organizadas para desviar el foco, sacar pecho de la agenda y levantar la moral están sirviendo de poco. La concatenación de semanas tan agitadas han afectado al estado de ánimo. “No levantamos cabeza”, reconocen, inquietos por las perspectivas electorales. Y, lo peor, muchos se preguntan cuál será el siguiente quebradero de cabeza. La confianza interna en la gestión de La Moncloa se resquebrajó con la inédita revelación en la comparecencia – juzgada a la postre como “errónea” - en el festivo 2 de mayo de los pinchazos al Presidente y a la ministra de Defensa en mayo y junio de 2021.
La tentativa, dibujada por el gabinete de Presidencia, de ofrecer una dimensión global, de Estado, a la trifulca con los separatistas resultó fallida. No sólo no reforzó al Gobierno sino que, entre bambalinas, se han hecho lenguas con dejar al descubierto su fragilidad ante la opinión pública. Dirigentes socialistas han cuestionado, bajo el amparo del anonimato, “una torpeza no pensada, ni meditada, ni consultada con nadie. Falló el olfato político”. Los ánimos han ido tensándose ante una estrategia con las alas muy cortas. El propio Ejecutivo se ha deslizado por una pendiente arriesgada con el choque entre Félix Bolaños y Margarita Robles ante la intención del ministro de la Presidencia de entregar la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban, programada tras su paso por la Comisión de Gastos Reservados del Congreso.
“Toda crisis que dure más de lo razonable acaba generando problemas contigo mismo”, refrendan en el PSOE. El hecho es que el cierre de filas de la titular de Defensa hizo imposible la caída de la jefa de los espías. “De momento”, apuntan en La Moncloa. Su comparecencia en la constituida comisión forzando una rebaja de las mayorías sólo sirvió para embravecer a los independentistas tras desvelar que Pere Aragonés formaba parte del listado de investigados por el CNI en 2019, precisamente mientras negociaba con Pedro Sánchez los términos de su condición de socio preferente. Además de desligarse de los hechos, 3 minutos de conversación informal en Barcelona entre ambos presidentes activaban el enésimo botón del control de daños.
La salida al atolladero pasa por la próxima cita oficial entre Pedro Sánchez y Pere Aragonés. Se cruzan los dedos. El entorno próximo al Presidente, además de descontar la desclasificación de los documentos exigidos por sus costaleros, llama a la calma, confiado en la necesidad del presidente de la Generalitat de Cataluña de reconstruir los puentes para diferenciarse de JxCAT. Su optimismo lleva a contemplar a ERC careciendo de cualquier intención de ruptura, lo cual significaría que la Legislatura está asegurada. “Tranquilidad y mano tendida al diálogo siempre”, repiten en La Moncloa. Como si buscasen autoconvencerse en uno de los momentos más delicados del mandato de Sánchez, claramente en zona de peligro, y cuando, además, se han agrandado, a la vista de todos, las grietas existentes en el seno del Gabinete.