El PSOE se pone en guardia ante la revolución en ciernes de Sánchez

El hermetismo de Pedro Sánchez golpea el estado de ánimo del PSOE. Entre los suyos cunde el estrés en medio de las quinielas internas. Nadie sabe nada, o eso sostienen. “Lo que toca es estar callados”. “Prietas las filas de cara al sábado porque aquí nos la jugamos todos”, admiten sin medias tintas cargos socialistas. Pero, puertas adentro, ese “ruido” que Sánchez tanto le saca de quicio, lo invade todo. Habrá criba.

Sánchez acometerá ante el Comité Federal convocado a partir de las 10h30 minutos de este 23 de julio en la sede de Ferraz una remodelación total del PSOE, extensiva a las direcciones de los grupos parlamentarios, con el intento añadido de mejorar la coordinación con La Moncloa. En esta cuenta atrás, el partido se ha convertido en un runrún de especulaciones, murmuraciones, además de arreciar cuitas entre facciones.

En las quinielas internas, ha prendido la rumorología sobre el futuro de Santos Cerdán en busca de su caída como solución salomónica. Las federaciones le reconocen su labor, pero existe fuego amigo cebándose con el secretario de Organización después de haber sido protagonista de la guerra con Adriana Lastra, hasta su renuncia este pasado lunes - al menos oficialmente - una de las personas más cercanas al propio Sánchez.

Hay quienes dudan, particularmente en distintos territorios, de los efectos de la amplia revolución en ciernes. Todo un reconocimiento del fracaso del 40º Congreso Federal de octubre en Valencia. “Debemos ser reconocibles para reconciliarnos con los electores”, avisan cuadros regionales. “Esa es la prioridad”. La necesidad de hallar la clave que devuelva la empatía con una ciudadanía que les da la espalda lleva tiempo en los contactos de dirigentes. “Son los nuestros los que nos dan de lado”, remachan.

Gobernar con Unidas Podemos y sustentar el mandato en compañías tales como ERC y Bildu han venido a representar un pesado lastre para un buen número de barones. Sin embargo, Pedro Sánchez usó el Debate sobre el estado de la Nación para atarse todavía más a la “mayoría Frankenstein” hasta el final de la Legislatura.