Sánchez confía en su giro de izquierdas para 'desmontar' a Feijóo

La sombra de la conspiración en su contra está extendida en el seno de La Moncloa

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Sánchez confía en su giro de izquierdas para 'desmontar' a Feijóo

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Frases como “es necesario un revulsivo”, “pasar de decir a simplemente hacer” o “hay que tocar realidad” vienen siendo oídas en los círculos de poder socialista en un anhelo de cerrar cuanto antes la dolorosa, además de humillante, página de las urnas andaluzas. Consciente de la sensación de desmoronamiento interno, Pedro Sánchez ha sacado brillo a la artillería pesada.

El plan anticrisis hasta el 31 de diciembre con el cheque de 200 euros a hogares de renta inferior a 14.000 euros, subida de las pensiones no contributivas en un 15% introducido con calzador, rebajas de abonos transporte, a sumar a las medidas ahora vigentes, además de la bajada del IVA de la luz al 5%, con la novedad añadida de un futuro tributo a los beneficios de las grandes energéticas a entrar en vigor en 2023 y el victimismo presidencial ante los poderes económicos, están llamados a convertirse según La Moncloa en un “impulso”.

A pesar de asumir en el complejo presidencial la capacidad de una inflación duradera de llevarse por delante Gobiernos, las negociaciones en la coalición del decreto terminaron de perfilarse en el Consejo de Ministros extraordinario entre Félix Bolaños, María Jesús Montero, Yolanda Díaz e Ione Belarra. Ello ha evidenciado, a estas alturas de la crisis, que Sánchez ha vuelto a ir a remolque de los acontecimientos. Volcado en priorizar la batalla de la imagen, el Presidente ha activado la maquinaria para intentar cambiar la percepción sobre cómo encara el Ejecutivo, un contexto de empobrecimiento general del país, sobre todo, que en ningún caso se afronta igual desde la derecha que desde la izquierda.

“¡Hay que desmontar a Alberto Núñez Feijóo!”. La consigna retumba obsesivamente entre los muros de La Moncloa y de Ferraz. Pedro Sánchez quiere ir a la ofensiva con toda potencia a lomos de un claro giro a la izquierda de amplios tintes demagógicos contra un líder del PP en auge en todos los sondeos. En resumidas cuentas, ha decidido convertir los efectos de la guerra en Ucrania en escenario de confrontación entre Gobierno y Oposición. A consolidar esa estrategia debe ayudar el victimismo ya desplegado en la puesta de largo de las medidas por el Presidente al presentarse como “molesto” para distintos intereses económicos. La sombra de un acoso en su contra está extendida en La Moncloa, endosando la imagen de inestabilidad.

Falto de cortinas de humo, Sánchez en lucha contra el establishment resultó ser el marco de las primarias del PSOE de 2017 y al final ganó. Aquella guerra interna es rememorada por guionistas de Pedro Sánchez para defender que la ciudadanía apreciará los esfuerzos del Gobierno, el electorado de izquierdas se reanimará, y acabarán premiando al Presidente. El cálculo de los estrategas sanchistas está cogido con pinzas frente al renovado PP de Feijóo y difícil de arrinconar junto a Vox. Aun así, lo intentarán. El “punto de inflexión” que imprime el viraje presidencial debe permitir, al menos así lo estipulan en la órbita socialista, el despegue en las encuestas. Alza que nadie anticipa sencillo. Pero, “¿qué alternativa hay?”, se preguntan.

En cualquier caso, Sánchez está llamado a coger oxígeno esta semana como anfitrión de la cumbre de la OTAN. En paralelo a la cita internacional, recibirá a Joe Biden este martes en la misma Moncloa y después ambos líderes comparecerán juntos. Será una instantánea ansiada por el Presidente y su equipo. Por fin, podrán arrancarse la espina del ridículo de hace ahora un año, cuando Sánchez apenas compartió 30 segundos con Biden mientras caminaban por un pasillo en Bruselas, consumando como un fracaso un encuentro publicitado desde su gabinete.

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