Sánchez fantasea sin prisas con su asalto final en Cataluña
Cercanos al Presidente no supieron anticipar la salida de JxCAT de la Generalitat
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“Cuando Pedro Sánchez inicia un camino, no se detiene hasta que lo termina”. El aviso es unánime en La Moncloa y refleja la determinación del Presidente por hacer realidad el sueño de encumbrar a Salvador Illa hasta la presidencia de la Generalitat de Cataluña. El descalabro del Gobierno catalán, tras partirse en dos, es leído desde el estado mayor del PSOE como una coyuntura “difícil”, pero llena de oportunidades para el PSC y convertir en alcanzable el plan de Sánchez que querría elecciones autonómicas en los próximos meses, a partir de enero. Su entorno da por hecho que Pere Aragonés, antes o después, está abocado a ir a las urnas, sin descartar que pueda plantearse una convocatoria tras las municipales del 28-M.
Aun así, sabe Sánchez que debe moverse sin forzar la máquina. “Hay que medir muy bien las acciones y los tiempos”, asume el entorno presidencial mientras machaca una sola idea: “Presupuestos, Presupuestos y además Presupuestos”. Son la prioridad. A priori, Sánchez ha podido creer en un alineamiento de los planetas. Una fórmula de entendimiento ERC-PSC en Cataluña, abarataría el apoyo separatista a las cuentas públicas. Tal confianza imperó, en caliente, en parte de la cúpula socialista que hasta percibió tener la sartén por el mango. “Ahora les interesa menos que nunca a los republicanos volar los puentes con Madrid”, inferían.
¿Puede pasar? Los mensajes transmitidos públicamente desde ERC han sacado al PSC de toda ecuación que implique una entente. Ante su ejecutiva, Oriol Junqueras renegó de la mano tendida de los socialistas y diluía el capote lanzado por el propio Sánchez a Aragonés apelando al “valor de la estabilidad” del gabinete autonómico. En privado, hubo quienes en el Ejecutivo completaron las declaraciones del Presidente añadiendo: “A día de hoy”. Y es que, admiten, ERC es un “socio preferente”, pero su proceder es a menudo una incógnita y en mente de todos los actores están las municipales. Un laberinto de variables impide una anticipación definitiva a lo que está por venir con un amplio poder territorial en juego.
ERC queda ahora mismo bajo una enorme presión interna y externamente y, desde luego, aspira a ganarle a Junts la partida de la hegemonía del independentismo en las urnas del 28-M. Y ello sin dejar de competir con Salvador Illa, presto a aprovechar la ocasión para proyectar, sin dejar de ganar tiempo, eso que él ha llamado “política útil”. “Depende de ERC”, indican en La Moncloa. “Así, con su minoría, no llegará Aragonés lejos”, se escucha por boca de próximos a Sánchez. “Desde luego, azuzan, no a 2025”, cuando concluye en principio la Legislatura.
En las sentinas gubernamentales, en todo caso, manda la prudencia ante lo impredecible del tablero catalán. Cercanos al Presidente fueron incapaces de anticipar la ruptura de Junts con ERC. Apenas 24 horas antes de producirse, aún creían que la consulta a la militancia de los de Carles Puigdemont serviría a mantenerse en una colapsada Generalitat. A grandes rasgos, la convulsa trayectoria de la coalición ERC-JxCAT ha sido contemplada por La Moncloa como la constatación del “fracaso separatista”. El panorama se antoja un cóctel de incertidumbres para Sánchez y Cataluña sigue llamada a convertirse en su principal activo en las generales.