SIN MICRÓFONOS
Alarma en el PSOE: “¿Dónde está el “apagafuegos” de Sánchez?”
A la intemperie en medio de la tormenta. Así ha quedado el Presidente. Solo con sus problemas. Frente a las turbulencias que lo zarandean, se echan en falta voces prestas a partirse la cara
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Los destellos de las luces rojas inundan al PSOE. Dentro de la formación cunde una gran preocupación por las consecuencias del denominado “caso tesis” sobre la figura de Pedro Sánchez. Son enormes, a ojos de destacadas voces socialistas, los riesgos asumidos por el presidente del Gobierno en primera persona.
La onda expansiva de la controversia ha dejado al descubierto deficiencias que se arrastran desde la llegada de Sánchez al Poder y que ya resultan imposible de maquillar. De las conversaciones y análisis que llegan desde el partido, de sus cuadros altos y medios, surge un denominador crítico común: la ausencia de un cinturón de seguridad que proteja al líder, o lo que es lo mismo, la falta de “apagafuegos” y de“arietes” dispuestos a atravesar cualquier muro, aunque sea a costa de partirse la cara.
Tan es así que hay sectores cualificados del PSOE que se preguntan: “Si Felipe González tuvo a Alfonso Guerra y José Luis Rodríguez Zapatero a José Blanco, ¿dónde están los Guerra o Blanco de Pedro Sánchez?” Literal. Aquellas figuras de otros tiempos hicieron su labor con gran eficacia para sus respectivos jefes, destinados como estuvieron a mantener prietas las filas, alta la moral de la tropa, haciendo el trabajo sucio con arrojo. Lo realizaron a su modo, desde luego, pero lo hicieron.
Su recuerdo puede llamar la atención, pero sobe todo por contraste, ya que a día de hoy los altos cargos del Gobierno y del partido han respondido con un perfil bajo a las revelaciones contra Sánchez. El jefe del Ejecutivo ha aparecido solo con sus problemas. Cuanto más cuestionado ha aparecido, más espeso ha sido el silencio de sus conmilitones. Suficientemente claro, en todo caso, para disparar las alarmas.
El revuelo interno ha crecido gracias a la portavoz del Grupo Socialista, la voluntariosa Adriana Lastra, a la carrera en los pasillos de las Cortes o al soltar una enigmática frase a su paso por La Sexta noche. Fue ésta: “Van a salir muchísimas cosas personales o profesionales contra el Presidente.... estamos acostumbrados”. Su arrojo suele ser apreciado por Sánchez. Con defensas así, en cambio, el estado de ánimo gana en pesimismo.
En el otro lado de la balanza, desde La Moncloa, se insiste en dar la polémica por “cerrada” y, sobre todo, se advierte una huida hacia adelante, seguramente como estrategia para tratar de superar los flancos abiertos. El mismo presidente del Gobierno, a quien nunca le han faltado las palabras, quedó mudo durante 24 horas en la reciente cumbre de Salzburgo. Apenas acertó a apuntar su negativa a contribuir al “ruido” que le rodea.
La puntilla a Pedro Sánchez ha llegado de un flanco para él inesperado. Como un esmerado castillo de naipes, el currículo se le ha venido abajo. El Presidente, explican fuentes que le son próximas, delata rabia e impotencia de quien se siente maltratado. “La procesión va por dentro”, aseveran.