Diez años del hundimiento del Costa Concordia: 32 fallecidos, un capitán temeroso y su diálogo escalofriante
El 13 de enero de 2012 este crucero, naufragó cerca de la Isla de Giglio, en la Toscana italiana. Una maniobra errante y la irresponsabilidad del capitán provocó 32 muertes
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Recién arrancado el 2012, el crucero más grande del mundo ejecutaba sus maniobras para tratar de llegar a las costas italianas. Era la noche del viernes 13 de enero, en torno a las 21:30. No hacía mucho tiempo que los primeros turnos de cenas de los huéspedes habían pasado por los comedores, cuando repentinamente un anuncio por las diferentes bocinas y altavoces de los pasillos del navío. En portugués se anunciaba a todos los tripulantes que el Costa Concordia estaba sufriendo un problema eléctrico. "La situación está bajo control", relataba la voz con cierta calma.
En ese momento, el buque había sufrido un violento choque contra una roca, y estaba comenzando a escorarse a babor. Posteriormente, la voz comienza a oírse en otros idiomas: "No hay razón para que cunda el pánico, por favor, permanezcan tranquilos". Sin embargo, la gente comenzaba a prepararse para una salida de emergencia del barco. Los mensajes de alarma, no llegaron hasta después de una hora de que comenzara el problema, algo que provocó inquietud, incertidumbre y que las personas se agolparan en las salidas de emergencia. Había que evacuar a 4.229 personas.
Los gritos y el temor empezaba a aflorar, a medida que se contemplaba cómo el barco perdía la verticalidad; el tiempo apremiaba y el temor crecía entre la gente, al ver que no había suficientes botes salvavidas. En plena oscuridad, algunos de los pasajeros salta al agua para intentar llegar a tierra a nado, la costa estaba muy cerca del lugar de la colisión del Concordia, a apenas 150 metros.
Mientras la debacle se estaba produciendo y el caos se apoderaba de la gente; el capitán del barco, Francesco Schettino, ya había abandonado el crucero en uno de los primeros botes salvavidas, junto a su segundo de abordo. El responsable en tierra de la capitanía reclamaba al capitán que regresara para llevar a cabo las labores de rescate como marca el protocolo, pero ese no era el plan de Schettino: "manejo mejor las maniobras desde tierra, allí está todo oscuro".
Las labores de rescate se prolongaron durante horas, hasta las 6 de la mañana. Mientras el capitán del barco permanecía refugiado en una roca, desde la 1 de la madrugada, el resto de personas trataba de salvar la vida de la mejor manera posible. Muchos nadaban, otros tantos intentaban ayudarse de restos del barco que permanecían a flote, y otros afortunados intentaban huir en los botes. Días después se consiguió localizar a algún milagroso superviviente. El balance fue aterrador, treinta y dos personas perdieron la vida en un accidente evitable, cobarde y en el que hubo un gran señalado en forma de capitán que en ese momento, decidió no serlo.
"¿¡Quiere irse a casa Schettino!?"
Durante el suceso, ocurrieron muchos acontecimientos de una calidad deleznable, pero sin lugar a dudas la palma se la lleva la conversación entre la capitanía en tierra y el huido capitán Schettino. En un tono temeroso y consciente del error cometido, el comandante del crucero contesta la llamada del responsable en tierra. La cobardía de Schettino, rompía el tono de incredulidad y enfado por parte de sus superiores. "Comandante, regrese a la nave de inmediato, es una orden".
Mientras el responsable del navío mentía y se refugiaba en el lugar que encontró cerca de tierra, una roca en la que, decía que "manejaba mejor las maniobras de rescate". Los nervios se agotaban en la capitanía de tierra, cuando le reclamaban algo imprescindible para llevar a cabo correctamente las maniobras: "vaya inmediatamente al barco y cuente las personas que hay, si hay niños, mujeres, o personas que necesiten asistencia".
Ante el incordio y la indecisión de Schettino, los nervios saltaban a flor de piel: "Capitán que sepa que la conversación está siendo grabada y ya hay fallecidos", "¿ha muerto alguien?", respondía Schettino. "¡¡Maldita sea capitán, usted debería ser quien me comunicara los fallecidos que hay!!, ¿¡Prefiere irse a casa!?".
La conversación dio la vuelta al mundo, y se tachó al capitán del barco como principal responsable del suceso. Para muchos todavía a día de hoy, se recuerda como uno de los diálogos más lamentables de la historia. Una conversación transgresora al mismo tiempo que fallecía más de una treintena de personas. La realidad del Costa Concordia, una década después.