Dombás, clave en la tensión Rusia-Ucrania: "Kiev no quiere aplastar a la población de habla rusa, es ridículo"

El corresponsal de COPE en territorio ruso, Ricardo Marquina, analiza la situación en el epicentro de la tensión entre ambos países: Donetsk y Lugansk

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Dombás, clave en la tensión Rusia-Ucrania: "Kiev no quiere aplastar a la población de habla rusa, es ridículo"

Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Han pasado ocho años desde el conocido 'Euromaidán', el día en el que la población del oeste de Ucrania se levantó en Kiev para pedir la destitución de Yanukóvich por romper el acuerdo con Bruselas tras las presiones rusas. El ex presidente prorruso salió de la capital escoltado y en helicóptero, pero el conflicto violento también se movió. Concretamente, desde el corazón del país hasta Crimea y, más adelante, hasta la región del Dombás.

Un territorio en la frontera con Rusia formado por las ciudades de Donetsk y Lugansk y que, tras la revuelta de Crimea, se lanzaron también a declararse como repúblicas independientes y anexionadas políticamente a Rusia. Un movimiento que no ha sido reconocido internacionalmente pero que ha servido para mantener vivo el fuego de la tensión entre Kiev y Moscú hasta la crisis actual, que amenaza con un conflicto bélico con actores internacionales. Pruebas de la existencia de un ejército ruso sin bandera apoyando a dichas repúblicas, pasaportes expedidos a toda prisa en la zona y acusaciones de violación de derechos humanos es el caldo de cultivo en una región que resulta clave en las tensiones.

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“Decir que Kiev quiere aplastar a la población de habla rusa es ridículo”

Es por ello que el corresponsal de COPE en Rusia, Ricardo Marquina, ha pasado las dos últimas semanas precisamente en la región: “La situación al este de Ucrania se ha salido de control, durante las últimas 24 horas hemos visto como las autoridades de las no reconocidas repúblicas de Donetsk y de Lugansk, en el este del país, han empezado una evacuación de civiles”, mantiene.

Y es que el periodista ya cubrió la guerra de aquellos días de 2014 y 2015. Marquina asegura que ni entonces vio algo similar, “ni siquiera en los peores bombardeos de aquella guerra, en los que cada día morían decenas y centenares de personas”.

“La situación allí es un caos de información sesgada y de mentiras que hace muy difícil poder reflejar en una crónica un retrato fidedigno pero, tras pasar allí dos semanas, la sensación es que los dirigentes de los territorios controlados por Moscú quieren provocar una reacción ucraniana para justificar una intervención de Rusia en nombre de los derechos humanos”, comenta.

Para Marquia, “lo irónico es que, tras pasar días con las tropas ucranianas y civiles de la zona son rusoparlantes”. Es por ello que el corresponsal desecha la idea de que Kiev quiera aplastar a la población de habla rusa: “es ridícula”. “Como he comprobado en muchos viajes, la mayoría de ucranianos del este son nativos de lengua rusa. Lo que puede pasar en las últimas horas es una incógnita mayúscula. Ucrania no puede comenzar una guerra que no puede ganar, supondría su destrucción como estado. Está por ver si los separatistas son capaces de provocar un atentado contra sus propios ciudadanos para presentarlo como un ataque de Kiev”, concluye.

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