Los cristianos centroeuropeos desafían a las autoridades de Inmigración
“Gracias a todos los que os implicáis con los refugiados y su integración”, escribía el sábado el Cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena.
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“Gracias a todos los que os implicáis con los refugiados y su integración”, escribía el sábado en Twitter el Cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, “sabemos que el clima político ha cambiado e nuestro país, hoy se puede hacer campaña polemizando sobre inmigración y refugiados. Nuestra primera respuesta ha de ser el trabajo en las bases”. Con estas palabras saludaba las iniciativas de muchas parroquias de acoger a extranjeros bajo amenaza de expulsión y precisaba que “la cultura de bienvenida en nuestras parroquias no es un servicio adicional, sino la actitud de los discípulos de Jesús”. Schönborn ha reiterado una llamada a las parroquias austriacas para que “por favor dejen abiertas las iglesias” y ha citado al Adre Heller al afirmar que “la lengua materna del mundo es la compasión, ese es el núcleo del mensaje cristiano”.
En la vecina Alemania, el presidente de la Conferencia Episcopal, Reinhard Marz, ha criticado abiertamente al Partido Socialcristiano (CSU) de Baviera, por su política restrictiva de cara a la inmigración y el asilo, afirmando que “ser nacionalista y ser católico no es posible al mismo tiempo” y que “un partido que lleva la C de cristiano en sus siglas adquiere con ello ciertas obligaciones”.
Siguiendo los dictados de sus obispos y desafiando la nueva legislación vigente en materia de deportación de refugiados, numerosas parroquias llevan a cabo acciones de insumisión y acogen en sus salones o adjudican a familias extranjeros sobre los que pesa orden de expulsión, durante el tiempo suficiente para que expire el dictamen legal y con la esperanza de que la policía no llegue para llevárselos por la fuerza.
“Apenas hay familias en Berlín con habitaciones libres, por lo que recurrimos a fieles de Brandemburgo, para que los acojan, porque una vez emitida la orden de deportación, ya no los admiten en los albergues”, explica Martha G., miembro de un consejo pastoral de la capital alemana y que señala que la mayoría de los acogidos son afganos y sirios. “En esos países la situación sigue siendo muy peligrosa. Atentados y bombardeos a diario. Nuestros acogidos son en su mayoría estudiantes que llevan ya varios años en Alemania, muchos de ellos se han convertido al catolicismo y son por ello doblemente perseguidos”, explica, poniendo por delante que no se viola la ley en ningún caso porque “las autoridades son informadas cumplidamente de que tal persona está en tal dirección, de manera que podrían venir a buscarlo si quisieran, aunque esperamos que eso no ocurra”.
Amiri Sahadat que llevaba dos años estudiando cuando su solicitud de asilo fue definitivamente rechazada, se hospeda actualmente en el sótano de una casa familiar en la que ha sido habilitado un dormitorio con baño propio. Todavía está pendiente su recurso ante el tribunal de apelación, pero teme que no prospere y acabe deportado. “Tengo mucho miedo. Los talibanes me pidieron varias veces que me uniera a la yihad, pero yo me negué y escapé del país. Si regreso querrán venganza, ellos me consideran un traidor. Tengo que aferrarme a Alemania, tengo que aferrarme a la vida”, describe su situación.
El reciente endurecimiento de las políticas migratorias llevado a cabo en Austria y Alemania ha tomado con el pie cambiado a muchos refugiados que habían invertido tiempo y esfuerzo en aprender la lengua alemana y seguir formándose en este país, pero que de pronto se encuentran con que las reformas legales los obligan a marcharse. Su acogida, tanto por parte de parroquias católicas como por iglesias evangélicas, desafía por tanto las leyes y también a la opinión pública. Las encuestas señalan que entre 2015 y 2018 los alemanes han pasado a apoyar las deportaciones forzosas desde un 7% a un 86% y el malestar se convierte a menudo en críticas a las Iglesias.
“Es aterrador el aumento de ataques contra iglesias o instalaciones de las parroquias”, advierte el arzobispo de Bamberg, Ludwig Schick, que relaciona esa agresividad con la radicalización progresiva de grupos musulmanes , “es necesario aumentar la vigilancia, lamentablemente se pueden constatar con facilidad los signos de brutalización en toda la sociedad”. Según las cifras oficiales, el año pasado hubo más de cien ataques contra cristianos en Alemania a causa de su religión. El más destacado fue el incendio provocado de una casa parroquial en el que murió una persona y otras nueve resultaron heridas en Prien am Chiemsee.
En total, unas 1.478 personas buscaron cobijo el año pasado en las iglesias alemanas y 498 en lo que va de año, según una pregunta parlamentaria planteada por Afd a la que ha respondido también por vía parlamentaria el Ministerio de Interior alemán.