Merkel marca una línea roja a Seehofer
"Formar parte de un gobierno significa estar en disposición de llegar a compromisos" ha dicho la Canciller alemana.
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En ningún momento de las durísimas semanas que Merkel tiene a sus espaldas, en las que la gran coalición desde la que gobierna Alemania ha estado al borde de la ruptura, se ha siquiera planteado dimitir la Canciller alemana.
“Para mí lo importante es que hemos llegado a un compromiso. No hemos solucionado todo lo referente a la inmigración, eso está claro, pero hemos logrado un acuerdo que nos permite seguir avanzando”, ha resaltado el lado positivo del enfrentamiento abierto con su ministro de Interior, el socialcristiano bávaro Horst Seehofer. Pero también ha mostrado su disposición a no volver a tolerar una escena como la a superada, en la que el ministro amenazaba con romper los lazos entre los dos partidos conservadores, que concurren conjuntamente a las elecciones desde la fundación de la República Federal de Alemania, si no se tomaban las medidas fronterizas que estaba exigiendo.
“Formar parte de un gobierno significa estar en disposición de llegar a compromisos, los miembros de un gobierno deben ser capaces de hablar entre sí y de llegar a soluciones con las que todos estén de acuerdo. Y si eso no es posible para alguno de los miembros del gobierno, es un claro síntoma de que su lugar no está ya dentro de ese gobierno”. Con estas palabra ha sugerido la canciller alemana a Seehofer que en la próxima ocasión en que su postura sea así de intransigente, debe tomar la puerta y largarse. “Dentro de un gobierno se puede hablar de todo y se puee negociar sobre todos los asuntos, pero creo que en cuanto al tono que hemos visto en las últimas semanas, es francamente mejorable”, ha seguido criticando el ultimátum del bávaro. A pesar de su serenidad y su buen humor, Merkel ha dejado entrever lo harta que está de su ministro cuando, en la tradicional rueda de prensa de verano, la última del curso y siempre en un tono más distendido, le han preguntado a quién preferiría llevarse de vacaciones: a Trump, a Putin o a Seehofer. “Vacaciones son vacaciones”, se ha limitado a responder no sin cierta ironía.
Trump ha sido otro de los protagonistas de la rueda de prensa. Merkelha celebrado la invitación del presidente estadounidense al jefe de Estado ruso, Vladimir Putin, a celebrar una nueva cumbre en unos meses en Washington. “Tenemos que acostumbrarnos al hecho de que los encuentros entre el presidente de Estados Unidos y el de Rusia se convertirán en algo normal”, ha sostenido, “cada vez que se habla es bueno para todos y muy especialmente si hablan estos dos países”. Espera que Putin y Trump aborden el desarme nuclear porque, ha recordado, estos dos países poseen juntos el 90% de las armas nucleares del mundo. Por lo demás, y a pesar de la insistencia de las preguntas en las desavenecias con Trump, Merkel ha repetido la importancia de las relaciones entre su país y Estados Unidos. Sigue siendo un socio “central para nosotros”. La canciller alemana no ha entrado a juzgar las motivaciones de los reiterados y explícitos ataques verbales de Trump a Alemania en los últimos meses. “No me centro en su motivación sino en la contra argumentación. Deseo insistir en hechos como que la mayor fábrica de BMW no está en Alemania, sino en Carolina del Sur, y apoyo a la UE en los pasos que está dando para tratar de acercar posturas”.
En materia de inmigración, Merkel ha apoyado a las organizaciones internacionales que están salvando vidas en el Mediterráneo, pero ha recordado que deben respetar las leyes y que Italia no debe cargar sola con el peso que supone su frontera exterior. Ha justificado los pasos hacia una unión de la defensa en el seno de la UE como forma más eficiente del gasto militar y ha subrayado la necesidad de que Europa tome un lugar más destacado en la geopolítica global y en la resolución de conflictos, “no al margen de la OTAN, pero sí ganando independencia en su capacidad de reacción”.
A pesar de que está terminando un curso agotador para políticos y periodistas en Alemania, Merkel insiste en que “yo no me quejo”. A sus 64 años recién cumplidos asegura que “me alegro de disfrutar ahora de un par de días de vacaciones y poder dormir un poco más, pero no me quejo, al contrario, estoy emocionada. El orden global está bajo una gran presión, la digitalización nos plantea enormes retos... todo eso nos obliga a trabajr mucho, claro está, pero es muy interesante e incluso emocionante”.