Tres años de invasión de Rusia y guerra en Ucrania: Putin ya controla un 20 por ciento de territorio ucraniano
La resistencia de Volodimir Zelenski está más a prueba que nunca con la entrada en el gobierno de Estados Unidos de Donald Trump y la negociación que lleva a cabo con el mandatario ruso
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Militares ucranianos disparan desde un obús ruso Msta-B de 152,4 mm capturado en una línea de frente cerca de la ciudad de Kupyansk, en el área de Kharkiv, Ucrania, el 6 de octubre de 2022
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El 24 de febrero de 2022, el mundo presenció el comienzo de una invasión rusa a gran escala que alteró no solo el equilibrio en Europa, sino también la estabilidad global. Tres años después, Ucrania continúa resistiendo la agresión del Kremlin, pero los desafíos para su presidente, Volodímir Zelenski, son más grandes que nunca. La guerra, que ha devastado al país y causado una crisis humanitaria sin precedentes, no solo ha puesto a prueba la resistencia militar ucraniana, sino que también ha sido puesta en jaque por las recientes acciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El costo humano y material de la invasión rusa es incalculable. Más de 10 millones de ucranianos se han visto obligados a abandonar sus hogares: casi 7 millones han huido a otros países, mientras que alrededor de 3 millones y medio se han desplazado internamente, buscando refugio dentro de Ucrania. De acuerdo con datos de la ONU, unos 2 millones de casas han sido destruidas o gravemente dañadas en los bombardeos rusos, y más de 12 millones de personas, un tercio de la población ucraniana, requieren ayuda humanitaria urgente.
Desde febrero de 2022, el ejército ruso ha logrado controlar alrededor del 20% del territorio ucraniano, especialmente en el este del país, donde la resistencia ucraniana ha sido especialmente feroz. Sin embargo, a pesar de los avances rusos, el frente se mantiene en una especie de estancamiento, con el territorio conquistado por Moscú avanzando lentamente. Se estima que tanto soldados rusos como ucranianos han sufrido bajas devastadoras, con cifras que podrían superar los cientos de miles, aunque ninguna fuente oficial ofrece números claros.
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Ucranianos trabajan en el lugar del ataque con misiles contra el hospital infantil 'Okhmadyt' en Kiev, Ucrania, el 8 de julio de 2024
En las trincheras de ciudades como Kramatorsk, a pocos kilómetros de las líneas rusas, el espíritu de lucha de la población ucraniana sigue siendo firme. La determinación de no rendirse sigue siendo la norma, a pesar de los desafíos continuos, y los soldados reiteran que, aunque el apoyo internacional pueda menguar, seguirán luchando hasta el último hombre. La moral de la resistencia se ha mantenido alta, aún cuando las ciudades han sido arrasadas y las familias han perdido todo.
La incertidumbre de la política internacional
Si bien la valentía de Zelenski y el pueblo ucraniano es innegable, los tiempos difíciles se intensifican con la nueva postura de Estados Unidos. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha abierto un nuevo capítulo en la guerra de Ucrania, que ha alterado las dinámicas de apoyo internacional. Trump, conocido por su postura impredecible, ha comenzado a negociar con el Kremlin, sin involucrar a Ucrania ni a la Unión Europea. Este giro ha generado inquietud entre los aliados de Ucrania, que temen que las negociaciones conduzcan a una paz rápida, pero desventajosa para el país invadido.
En Ucrania, la posibilidad de que Trump busque una "paz a cualquier precio" ha calado hondo. La oposición a cualquier acuerdo que no garantice la soberanía ucraniana está muy extendida. Zelenski, por su parte, ha reiterado que está dispuesto a dimitir si eso garantiza la entrada de Ucrania en la OTAN, una condición clave para la seguridad del país. Mientras tanto, la comunidad internacional se enfrenta a una división interna sobre cómo gestionar las conversaciones de paz. La Unión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, ha mostrado su apoyo inquebrantable a Ucrania, pero la entrada de Trump en el escenario ha dejado a los europeos en una posición incómoda.
Desde Bruselas, la Comisión Europea ha reafirmado su compromiso con Ucrania, pero el proceso de negociación iniciado por Trump ha dejado a los líderes europeos fuera de juego. Si bien las sanciones contra Rusia continúan, la estrategia que había seguido la UE de apoyar a Zelenski y aislar al Kremlin está siendo puesta en entredicho. Los líderes europeos ahora se ven obligados a buscar un asiento en la mesa de negociaciones con el objetivo de influir en el resultado de las conversaciones.
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Los pasajeros de un autobús observan el cuerpo de una mujer tendido en la calle cubierto con una manta tras un bombardeo en el centro de Donetsk, Ucrania controlada por Rusia, el 20 de febrero de 2024
España, por su parte, ha mantenido una postura firme, ofreciendo ayuda militar y humanitaria, aunque algunos temen que el cambio de política en Washington pueda generar un giro inesperado. La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha criticado la estrategia de Trump, calificándola de "contorsionismo delirante". El presidente español, Pedro Sánchez, ha insistido en que cualquier acuerdo debe incluir a Ucrania y no comprometer su soberanía, subrayando que la unidad europea es clave en estos tiempos de incertidumbre.
¿Un futuro incierto o una paz sostenible?
Tres años después de la invasión rusa, la situación en Ucrania sigue siendo extremadamente volátil. Aunque las líneas del frente se han estabilizado en muchos lugares, la guerra continúa con el mismo nivel de brutalidad. La resistencia de Volodímir Zelenski, en este contexto, está más a prueba que nunca. La interferencia de Donald Trump y la falta de una postura clara y unificada por parte de los aliados de Ucrania añaden complejidad a una guerra que ya de por sí es desgarradora.
El futuro de Ucrania no solo depende de la fortaleza de su resistencia militar, sino también de la capacidad de la comunidad internacional para mantenerse firme en su apoyo a la soberanía ucraniana. ¿Podrá Zelenski negociar una paz justa y duradera o, por el contrario, se verá obligado a aceptar un cierre en falso que podría poner en peligro la independencia de su nación? Solo el tiempo lo dirá, pero lo que está claro es que los tres años de guerra han dejado cicatrices profundas que requerirán años para sanar, tanto en el terreno como en la política internacional.