J. L. Restán | Línea Editorial

La guinda a la contribución de la Iglesia a la paz en Colombia

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El Papa comienza fuerte el curso con la visita a Colombia del 6 al 10 de septiembre. Es la guinda al trabajo por la reconciliación entre los colombianos que la Iglesia ha promovido de forma decidida desde hace décadas. El propio Francisco condicionó su viaje a un acuerdo entre el gobierno y las FARC, la principal guerrilla del país, asumiendo muchos riesgos en un momento de fuerte polarización en la opinión pública, por las negociaciones. Pero la voz de la Iglesia no es la de un actor político. El Papa promueve una paz que una a todos los colombianos y permita cerrar las heridas tras más de medio siglo de conflicto. Una etapa muy significativa del viaje será la del próximo viernes en Villavicencio, con el encuentro de oración con víctimas y victimarios.

Poco antes Francisco habrá proclamado beato a un obispo asesinado por la guerrilla y a otro sacerdote martirizado unas décadas antes, durante otro episodio de la convulsa historia política colombiana. Son ejemplos del alto precio en sangre que ha pagado la Iglesia por la paz en este país, frecuentemente ante la incomprensión de unos y de otros. Una paz que los Papas que han visitado hasta ahora Colombia, Pablo VI y Juan Pablo II, han vinculado con la superación de las injusticias sociales en el país, el reparto más equitativo de la tierra y la riqueza, el respeto a los derechos humanos o la erradicación de la corrupción. Esa es la hoja de ruta que, con todas sus contradicciones y limitaciones, ha hecho suyo el proceso de paz en Colombia, un proceso que difícilmente hubiera podido avanzar sin la autoridad moral de la Iglesia.

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