J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL
Las consecuencias de una farsa ilegal e irresponsable
El 1 de octubre de 2017 quedará en la historia como el día en el que el Gobierno autonómico de Cataluña culminó la representación de una farsa ilegal.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Por si no había habido suficiente bochorno en las semanas anteriores, el portavoz de la Generalitat anunció 45 minutos antes del arranque que se cambiaban las reglas del juego. De esta forma, se auspició a lo largo de toda la jornada una votación con censo universal, sin votos en los sobres, con la posibilidad de votar casi en cualquier sitio, con la papeleta traída de casa, con algunas de las urnas opacas repletas de papeletas antes de empezar a votar, sin voto secreto y con la posibilidad, en cambio, del voto múltiple. Ante esta situación, hay que agradecer la ejemplar y proporcionada actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en un contexto delicado, no exento de tensión en numerosos momentos. Perdidas ya cualquier tipo de autoridad legal y moral, los organizadores de la pantomima han tratado de ganar la batalla de la propaganda.
Precisamente, a nivel político queda ahora por ver cómo se gestionan los días que vendrán, dentro del propio secesionismo. La duda está entre si claudicarán ante los más radicales y se echarán al monte poniendo sobre la mesa una declaración unilateral de independencia u optarán por el posibilismo de tratar de aprovechar el capital político que ellos entiendan que les ha granjeado el 1 de octubre. Pero, siendo eso sin duda importante, lo decisivo será de qué manera se tratará de soldar la fractura social que han propiciado unos políticos irresponsables poniendo a toda España, y especialmente a los catalanes, al borde del precipicio.