Presupuestos y mercadeo

El Gobierno intenta estos días llegar a un acuerdo para sacar adelante los presupuestos de 2025, que ya deberían estar listos. Unas cuentas públicas razonables ayudarían a consolidar la situación de bonanza relativa que atraviesa la economía española. Somos la economía de la Unión Europea que más crece. La deuda del sector privado disminuye, tenemos un considerable superávit de cuenta corriente, el tejido productivo se diversifica alejándose del monocultivo del turismo. Persisten, eso sí, los problemas de productividad y el diferencial de empleo con la media europea. El crecimiento económico se debe, sobre todo, a que se ha incorporado mano de obra extranjera. No se solucionan los problemas estructurales y falta inversión para mejorar la productividad.

Además, la mejora de la situación económica no llega con claridad a las clases medias. Los salarios, descontada la inflación, están todavía por debajo de los de hace cinco años. Y la situación de los jóvenes es especialmente complicada por la dificultad para el acceso a la vivienda. En este contexto sería necesario que los presupuestos no se limitaran a ser fruto de las cesiones a las exigencias de los socios del Gobierno. El buen momento se debería aprovechar para marcar un rumbo de reducción de déficit, para sostener y mejorar el nivel de bienestar social y mejorar la inversión productiva. Pero todo eso es incompatible con el mercadeo en que se ha convertido la negociación con unos socios voraces e incompatibles entre sí