La Abadía seguirá rezando por la paz y la concordia
Ya puedes escuchar la línea editorial de este domingo 30 de marzo de 2025

La cruz del Valle de Cuelgamuros desde el embalse de La Jarosa
Madrid - Publicado el
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El Gobierno y la Santa Sede han alcanzado esta semana un acuerdo para la “resignificación” del Valle de Cuelgamuros. Se mantendrá el culto y la actividad cultural en la abadía y en la basílica benedictina, que continuarán la labor que vienen llevando a cabo en este lugar desde su fundación, hace cerca de 70 años.
Con ello, se debería poner punto final a una controversia azuzada no pocas veces de forma interesada desde algunos sectores de la izquierda, pero que resiste mal cualquier confrontación con la realidad histórica.
Como acaba de recordar la comunidad benedictina, la abadía fue edificada como monumento a la reconciliación de los españoles ante la “necesidad de cicatrizar heridas, deponer antagonismos y volver a encontrarse juntos”.
El Valle no se proyectó para mayor gloria del bando vencedor en la Guerra Civil, sino con el objetivo de que “la guerra no se volviera a producir nunca”, recuerdan los monjes.
Esta pretensión de hermanamiento de las dos Españas fue, de hecho, una característica que maravilló al entonces nuncio en Francia, Angelo Roncalli, futuro Juan XXIII, que viajó al Escorial para visitar las obras.
Las víctimas de uno y otro bando se encuentran desde entonces aquí enterradas juntas, sin distinciones, y los monjes rezan cada día por todas y cada una de ellas.
Además de un lugar de oración, la abadía es conocida por su escolanía y por su rica actividad cultural, abundando en esa misión de promover la reconciliación.
Todo ello, recuerdan los monjes a quien quiera dirigir a este lugar una mirada libre de prejuicios, “bajo lo que es el signo máximo de la pacificación: la Cruz”