Madrid - Publicado el - Actualizado
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No son pocos los expertos que consideran que la decisión del ayuntamiento de Madrid de prohibir a la mitad de los vehículos privados el tráfico en el centro de la ciudad tiene un sesgo claramente ideológico. La cuestión no sería tanto la lucha contra la contaminación en estos días anticiclónicos, sino aprovechar esta circunstancia para construir otro modelo de ciudad. Pero la utopía de los denominados pomposamente “ayuntamientos del cambio”, sostenidos con el apoyo del PSOE, choca frontalmente con la realidad cotidiana de una gestión desastrosa, en la que despunta el abandono de las calzadas, la acumulación de basura en los barrios, el boicot a nuevas inversiones extranjeras, el apoyo a los “colectivos de okupas” y una política cultural sectaria, que excluye las tradiciones populares para favorecer a una galaxia de grupos radicales minoritarios. Cuesta incluso entender que este programa de “cambio” pueda ser rentable electoralmente, porque las medidas que adoptan perjudican por igual tanto al turismo como al comercio minorista, a los transportistas y al conjunto de la sociedad. El cuidado de la vida común en una gran ciudad requiere más humildad y diálogo, más respeto a la pluralidad real y menos laboratorios ideológicos.