Línea editorial: La "llama inextinguible" encendida en Belén
La guerra en Palestina ha estado en el centro de las palabras del Papa esta Navidad, ofreciendo un abrumador contraste con la imagen de Dios como ternura y misericordia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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“Nuestro corazón esta noche está en Belén, donde el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el rugir de las armas que también hoy le impiden encontrar una posada en el mundo”.
La guerra en Palestina ha estado en el centro de las palabras del Papa esta Navidad, ofreciendo un abrumador contraste con la imagen de Dios como ternura y misericordia que se revela en el pesebre. Francisco ha ofrecido toda una catequesis sobre la distorsión que, en ocasiones, la persona creyente hace de la fe, asumiendo la idea pagana de un dios poderoso que, desde el cielo, imparte justicia y reparte premios y castigos.
El estilo divino que revela el misterio del nacimiento de Jesús es el opuesto. Dios no es un mago que resuelva los problemas con su varita mágica, sino un padre que, por amor, se hace carne y solicita respetuosamente que le dejemos entrar en nuestra vida para llenarla de plenitud, sin pedir a cambio más que un corazón abierto.
La “llama inextinguible” encendida en Belén sigue así prevaleciendo frente a la oscuridad del mundo, incluso en tiempos en los que las “matanzas de inocentes” parecen no dejar espacio para la esperanza. La oración del Papa en el día de Navidad dio visibilidad a los sufrimientos que padecen millones de personas en Tierra Santa, Ucrania, Yemen o el Sahel, con el mensaje de que, “desde el pesebre, el Niño nos pide que seamos voz de los que no tienen voz: voz de los inocentes, muertos por falta de agua y de pan; voz de los que no logran encontrar trabajo o lo han perdido; voz de los que se ven obligados a huir de la propia patria”.